Sol y luna:

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ESTACIÓN DE PASO, INDIANA:

Todo el mundo se encontraba trabajando en tareas del hogar para mantener a la estación a salvo y en funcionamiento. Todo el mundo disfrutaba de un breve momento de paz y se alegraban de la llegada de Reyna, Lavinia y los faunos.

No obstante, el ambiente tranquilo se vio interrumpido cuando un chico de piel oscura apareció de entre las sombras, débil y tembloroso.

Todos los presentes alzaron sus armas instantáneamente, pero a Nico los detuvo con un gesto.

—¡Alto!—ordenó—. Puedo sentir que él no es uno de ellos. Él es... él es la Muerte...—murmuró confundido.

El joven se levantó, respirando con dificultad.

Hermes lo reconoció de inmediato e hizo una mueca.

—¿Anubis?

—¿Mercurio?

El dios mensajero hizo una mueca.

—Estoy... en modo griego por el momento—dijo—. Pero sí, soy yo.

El dios de la muerte sacudió la cabeza.

—Yo... necesito ayuda.







BROOKLYN:

Una lluvia de hechizos lanzados por los magos supervivientes llovió sobre la horda de no-muertos. Mientras que Sadie se movía de un lado a otro gritando órdenes y coordinando los ataques.

La cantidad de enemigos era abrumadora, pero con suerte podrían pararlos antes de que llegaran a la puerta.

Tan pronto como ese pensamiento paso por su mente, el sonido del trueno arrebató dicha esperanza.

La veloz e implacable figura de Zeus voló a toda velocidad, atravesando los muros de la mansión como si fuesen de papel.

Sadie lo miró horrorizada.

—¡Sigan luchando!—ordenó a los magos—. ¡Yo me ocupo de chispitas!

Extendiendo un par de alas arcoíris, Sadie tomó con fuerza su báculo y barita al tiempo que disparaba un poderoso chorro de luz blanca desde su báculo, haciéndose una con la diosa de la magia Isis en el proceso, y adquiriendo poder divino.

Zeus salió disparado por la pared, y Sadie se lanzó detrás de él, sin parar de atacar con todo lo que tenía.

En tierra, los vrykolakai lograron alcanzar las puertas de la mansión de Brooklyn, con Hércules haciendo los honores de derribar la entrada bloqueada y de eliminar a toda la resistencia que se encontrase en su camino.

Más magos no-muertos entraron al Nomo, obligando a los supervivientes a retirarse hacia los pisos superiores mientras luchaban con todas sus fuerzas para detener el avance de los monstruos.

En el cielo, Zeus evitó un segundo ataque de Sadie con un veloz giro en el aire, para que acto seguido, el dios del rayo disparase una poderosa descarga eléctrica que dio a la maga de lleno.

Sadie cayó violentamente contra un edificio cercano, y se levantó aturdida por el golpe. La diosa batió sus alas se elevó justo a tiempo para evitar ser aplastada por el puño de Zeus.

—Griegos—gruñó Isis—. Se creían tan especiales por no tener un fin del mundo predestinado. Pero miren quiénes fueron los que trajeron la perdición.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora