Pérdidas y sacrificios:

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LOS ÁNGELES, CALIFORNIA:

Una oscura figura alada salió disparada por las puertas del Estudio de Grabación Otro Barrio, elevándose en las alturas y desapareciendo en la noche. Cargando en sus brazos un maletín negro.

Alecto sobrevoló los edificios de la ciudad infectada, deteniéndose muy de vez en cuando para desatar tormentas de fuego infernal sobre masas de no muertos y seguir con su travesía por el cielo.







AFUERAS DEL ESTADO DE KANSAS:

—¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda!

Thalia corría a la desesperada por los grandes campos de cultivo, siendo perseguida de cerca por varios monstruos.

Una chica de cabello blanco salió de entre la hierba, abalanzándose sobre Thalia salvajemente.

—¡Cazadora, no hagas esto!—pidió la hija de Zeus.

La antes conocida como Cazadora Kowalski gruñó y saltó sobre ella.

La lanza de la joven le atravesó el pecho al vrykolakos, y la descarga de un poderoso rayo mandó a Cazadora a volar lejos de allí.

—Lo... lo siento, yo...—se empezó a lamentar Thalia.

Varias flechas cayeron cerca de ella.

La lugarteniente de Artemisa se puso en guardia y desplegó su temido escudo, Égida.

Al mirar bien su entorno, Thalia se fijó en que estaba totalmente rodeada por sus antiguas hermanas cazadoras, todas convertidas en salvajes vrykolakai, esclavas de Tarquinio.







PALACIO DE POSEIDÓN:

En las profundidades del océano, Tritón miró a sus alrededores con preocupación.

—Aún no regresa—murmuró nervioso—. Ya se fue hace mucho.

La reina del mar, Anfítrite, colocó una mano sobre su hombro.

—Tu padre estará bien, hijo—prometió—. Es el segundo dios más poderoso del Olimpo. Lo que sea que esté pasando en la superficie, él podrá manejarlo.

Tritón no pareció tranquilizarse.

—Pero... la caída de poder que sufrimos fue demasiado repentina—respondió el heredero del océano—. El mar está inquieto, y yo también.

El dios con doble cola de pez miró confundido a su alrededor.

—Está oscureciendo, ¿no es así?—preguntó.

Anfítrite frunció el ceño.

—No, no es el sol...—murmuró—. Es el agua.

Al mirar más lejos, la vista era aterradora.

Poseidón, el antiguo señor de los océanos, desgarraba salvajemente a un grupo de guardias cíclopes armados, reduciéndolos a polvo, sólo para seguir con los monstruos, las sirenas, los tritones, y todo aquel que le plantara cara.

Alrededor del dios, una nube de una sustancia oscura se arremolinaba.

—¿Padre?—preguntó Tritón.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora