Aliados y enemigos:

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CAMPAMENTO MESTIZO, LONG ISLAND:

Austin Lake y Kayla Knowles, hijos de Apolo, se consideraban afortunados.

La muerte había arrasado con el Campamento Mestizo en cuestión de minutos. Fueron tomados por sorpresa y eliminados rápida y eficazmente. Ni siquiera Quirón o Dioniso se salvaron de la horda de no muertos.

Pero el par de hijos de Apolo tuvo suerte, estaban regresando del bosque cuando todo ocurrió, terminando una ronda de guardia en la Arboleda de Dodona. Después, se lograron transportar a salvo al búnker 9, donde habían estado ocultos durante una semana, ya casi sin recursos y con los no-muertos rasgando las paredes todo el tiempo.

—Bueno, esa fue la última lata—murmuró Kayla—. ¿Alguna idea?

Austin tocaba el saxofón tristemente.

—No lo sé, ¿tal vez los chicos de Hefesto tenían un tanque de guerra aquí escondido?

Kayla se dejó caer en el suelo.

—Ya lo hablamos, no hay ningún tanque.

Austin tocó algunas notas más en su instrumento.

—Podríamos luchar.

—¿Contra un Dioniso Zombi?

El par de hijos de Apolo miraron las puertas del búnker, preguntándose qué sucedería primero. ¿Dioniso derribaría la entrada o ellos morirían de deshidratación?

Entonces, Austin ladeó la cabeza.

—¿Escuchas eso?

Kayla asintió.

—Sí... es como sí...

—Fuego.

Ambos semidioses tomaron sus armas y se pusieron a cubierto, vigilando la entrada. El sonido de golpes y varios gritos se escucharon a través de las paredes.

Entonces, las puertas del búnker estallaron, dejando ver la brillante figura de Apolo. Detrás de él, Thalia, Reyna y Frank hacían guardia. Al ver detenidamente, notaron cómo los cuerpos del antiguo dios Dioniso y del viejo centauro Quirón yacían en el suelo, sin vida.

—¡Papá!

El par de semidioses corrieron hacia el dios del sol, quien los recibió cálidamente con un abrazo.

—¡Gracias al Caos qué están vivos!—celebró—. ¿Hay alguien más con ustedes?

Los jóvenes negaron tristemente con la cabeza.

—Tuvimos suerte de sobrevivir...—murmuró Kayla—. Pero fuimos los únicos.

Apolo bajó la mirada tristemente.

—Vamos, vayamos a un sitio seguro.







DELTA DEL NILO, EGIPTO:

Sadie bajó de un salto del carro lunar y estiró sus alas arcoíris.

—Bien, el territorio de Neit no está muy lejos de aquí.

Artemisa también desmontó y tomó su arco.

—El lugar estará lleno de trampas—advirtió—. Dudo que haya algún vrykolakos por aquí, pero también dudo que ella esté feliz de vernos.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora