situación XVII: Nahoya Kawata

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NAHOYA|

—Esta es tu última advertencia, Nahoya —dice Lee, señalándome con su dedo gordo y rosado—. Si me entero que le hiciste eso a otro importantísimo cliente, te echo de este respetable lugar.

Mis ojos se encuentran cerrados, cruzándome de brazos mientras Suky, sentada en una silla frente al escritorio de Lee, sonríe de forma presumida.

—¿Quedó claro? —pregunta mi jefe. Su frente está completamente cubierta en sudor y, desde donde estoy de pie, puedo ver el círculo de humedad que se forma en sus axilas, también debido al calor.

—Está bien —digo de mala gana.

Al parecer hoy me falló la sutilidad porque Suky identificó que su comida tenía un sabor demasiado extraño. Ella confirmó las sospechas cuando casi obliga a Mikey a probar una de las papas con mezcla especial de Mihna, y yo corrí a detenerlo antes que la llevara a su boca.

Es más que obvio que Suky me delató al instante con Lee y con su padre, el dueño del restaurante que raras veces se tomaba el tiempo de venir de visita.

Ahora estamos en la oficina de Lee, absorbiendo el olor a humedad mezclado con sudor, esperando mientras soy regañado por quinta vez en el mismo minuto. También el padre beta de Suky, técnicamente el gran jefe, está ahora al teléfono que Lee mantiene en altavoz para nosotros.

—No toleraré este comportamiento —dice él a través de la línea telefónica—. Debería despedirte de inmediato...

—¡No lo haga! —chilla Lee, su frente se cubría con más sudor, de ser posible—. Nahoya es un elemento valioso para esta compañía, un ejemplo a seguir. El seguramente tiene alguna clase de envidia o rencor contra su hija y se le pasó la mano, eso es todo. Además, esta es la primera vez que se mira un comportamiento de este tipo por parte del empleado.

Fulmino con la mirada al puerco de mi jefe.

¿Envidia a Suky? Debe estar drogado.

Él me hace una mueca para que mantenga la boca cerrada, sus ojos casi se salen de sus cuencas y el sudor resbala por toda su grasienta cara mientras me mira como si deseara poner sus manos en mi cuello y estrangularme.

—Debe ser sancionado—dice el padre de Suky—, es imperdonable lo que le hizo a mi hija. ¿Poner sustancias desconocidas en la comida de ella? ¡Pudo haberse intoxicado! ¿Qué clase de inmadurez es esa? ¿Y si lo hace con otros clientes? Así es como empiezan las demandas.

—Lo entiendo señor, pero...

—No eran sustancias desconocidas, papi —Suky interrumpe a Lee, aclarándose la garganta como digna víctima—. Puso cabello humano, restos de uñas y algo blanco que parecía mucosidad. De solo pensarlo quiero vomitar.

—Usé también piel muerta de los pies de... —me quedo en silencio cuando Lee hace un sonido estrangulado al escuchar mi voz, su rostro está rojo y brillante debido a la grasa natural de su piel mientras me indica que me calle.

Abro la boca para completar mi frase, pero él me hace otra mueca para que me quede en silencio. Me quedo callado entonces.

—De nuevo, Sr. Day —dice Lee—, mil disculpas con ambos. Este episodio no va a volver a ocurrir nunca. Y por supuesto que el será sancionado. Estará suspendido por dos semanas de su trabajo, sin derecho a paga.

Mi boca se abre para protestar, pero Lee rápidamente niega con la cabeza.

—¿Solo eso? —pregunta el Sr. Benson—, merece una demanda.

—Ah —Lee comienza a cantar como canario—: no sería recomendable, señor. Le prometo que yo mismo lo voy a supervisar de ahora en adelante. Prácticamente le estaré respirando en la nuca.

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