Chris, atrincherado tras el enorme montón de escombros que había en el edificio semiderruído donde se encontraba, descolgó la llamada entrante a través del auricular que llevaba acoplado a su oído izquierdo.
—¿Qué tripa se le ha roto a la FOS para que me estés llamando a mí, Hunnighan? —preguntó a voz en grito para que la agente pudiera escuchar sus palabras en medio del estruendo provocado por los disparos procedentes de ambos bandos.
—Yo también me alegro de hablar contigo, Redfield —la morena respondió del otro lado con sarcasmo—. Estoy buscando a Leon. ¿Lo tienes a mano? —preguntó con urgencia inmediatamente después.
—Lo tenía hace un momento, pero esta mierda se ha complicado. Alguien está proporcionando fuego de cobertura a todos los zombis liberados. Él es el mejor francotirador que conozco. Así que, ya que hemos coincidido en esta misión, le he pedido que nos haga el favor de encargarse de esta molestia inesperada —le explicó tras descerrajar un disparo a bocajarro en la cabeza de un zombi que acababa de trepar por la barricada que los protegía—. ¿Por qué?
—Bueno... A ti, esta noticia también te interesa. Así que... Cuando lo veas, dile que su esposa está en el St. Jones; acaba de ponerse de parto —le comunicó con voz seria—. El Gobierno ha decidido dar carpetazo al asunto de la fuga del virus en las instalaciones de Tricell por falta de pruebas sólidas que puedan obligar a que el caso sea enjuiciado con garantía de un veredicto de intencionalidad por su parte. Así que, en cuanto la zona haya sido despejada de toda amenaza, Leon podrá regresar a Washington DC para estar con su esposa. ¿Me escuchas, Redfield? ¿Se lo dirás? —le pidió creyendo que la comunicación se había interrumpido dada la nula respuesta del capitán de la BSAA.
—S-sí. Sí, te escucho. Se lo diré en cuanto lo vea. Gracias, Hunnighan —respondió.
—Entendido. Que os sea leve.
Sin añadir nada más, la agente colgó la llamada.
Apenas un segundo después, Jill, quien continuaba disparando a los zombis con cuidado de no verse alcanzada por el fuego enemigo desde las puertas de laboratorio ahora destrozado por las que estos emergían, lo cogió por un hombro y lo lanzó a tierra sin contemplaciones, mientras que con su otra mano se encargó de reventar el cráneo a un zombi que acababa de abalanzarse sobre él.
—¡Maldita sea, capitán! ¿En qué estabas pensando? —la castaña le reprochó mirándolo con indignación.
Él tan sólo le dedicó en silencio una mirada agradecida. Inmediatamente después, volvió a concentrarse en su trabajo.
Los agentes de la BSAA pudieron escuchar escasos segundos más tarde el sonido de dos fuertes disparos. Y tras esto, el fuego cruzado que habían estado recibiendo cesó repentinamente.
—No os confiéis —Chris ordenó a su equipo con voz firme.
Él, con prudencia, lanzó su mochila al otro lado de la barricada con el fin de comprobar si aún había alguna amenaza latente. Sin embargo, nada sucedió. Los zombis siguieron avanzando y cayendo bajo el fuego de los agentes. Nada más.
El capitán sonrió satisfecho.
Aprovechando su libertad de movimientos recién adquirida, se lanzó de lleno a la lucha y el resto de su equipo lo siguió. Pronto, todos los engendros fueron cayendo, uno por uno, presa de sus expertas maniobras. Inesperadamente, el sonido de un disparo procedente del otro lado de la enorme sala lo puso en alerta. Sin embargo, el cartucho había acabado en el cráneo de un zombi que había acechado a Jill por la espalda. Un par de segundos después, Leon apareció a la carrera frente a él.
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♥ 𝓞𝓓𝓘𝓞 𝓠𝓤𝓔𝓡𝓔𝓡𝓣𝓔 ♥
FanficLeon Scott Kennedy y Claire Redfield acuden a un mismo lugar en busca de un mismo objetivo: olvidarse mutuamente. Sin embargo, el olvido es un sentimiento imposible y esquivo cuando el amor se empeña en adueñarse de sus corazones... y de sus almas.