❄️☀️
Kento se detuvo después de estar dando vueltas en círculos alrededor de la zona, buscando, sin éxito, los residuos que la técnica de teletransportación debieron dejar atrás, hasta que, en su lugar, consiguió que un grupo de señoras que conversaban en un jardín le preguntaron si necesitaba ayuda. Cómo era de esperar, ellas le dijeron dónde encontrar a los niños, aunque no sin antes intentar sonsacarle información: que si conocía a los padres, o eran familiares y la identidad del desgarbado chico de pelo blanco que los visitaba casi a diario por las noches. Respondió a todo, con verdades a medias, para dirigir sus pasos a la cima de la colina.
Lo que encontró le partió el corazón. Satoru le había hablado de la precaria situación en la que estaban los niños Fushiguro mientras viajaban a Saitama para que los conociera. Sin embargo, la descripción del omega se quedó demasiado corta frente a la cruda realidad, pues a simple vista, tan sólo la fachada de la casa que se caía a pedazos, más el patio trasero destrozado por el sol y las lluvias, evidenciaban la falta de cuidado. El tendedero de ventana que sobresalía desde el segundo piso llenó de ropa mal acomodada y arrugada, que le recordó a Kento aquellos momentos de su niñez en los que sintió la necesidad de comenzar hacerse cargo de los deberes del hogar, porque sus padres trabajaban todo el día, no se daban abasto, fue la cereza del pastel.
«¿Cómo pueden los padres abandonar a sus hijos de esa manera? ¿Acaso al crecer se olvida que alguna vez fuiste un niño?», se preguntó, mientras volvía sobre sus pasos para dirigirse a la tienda de conveniencia más cercana, con el plan de conseguir todo lo necesario para poner esa casa en orden, era lo mínimo que podía hacer por ellos.
Su determinación vaciló cuando volvió a pararse frente a la puerta con su dedo sobre el timbre; todavía deseaba ayudar a los Fushiguro, pero no quería parecer un pervertido, Gojo ya era tan raro que contaba por dos. «Yū solía decir que eres bueno con los niños, ganártelos será fácil», se dijo para armarse de valor. Se tomó un momento extra para ensayar un monólogo de presentación antes de presionar el botón.
No hubo ningún ruido por un momento, después la puerta se abrió por completo, lo que hizo que Kento se sintiera tentado a advertir que no podía abrir de esa manera, porque era peligroso.
—¿Quién eres? —la voz de una niña lo sacó de sus pensamientos. Kento observó el rostro y el pelo castaño de Tsumiki, manchados de harina y suspiró, el regaño fue reemplazado por el pensamiento de que era muy obvio que Gojo había estado cerca de ella.
—Hola, ¿Eres Tsumiki? —preguntó sólo para estar seguro. La niña asintió con la cabeza, pero antes de que alguien dijera algo más, Gojo apareció detrás de ella.
—Tsumiki, no hables con él —ordenó acercándose para sujetar a Tsumiki de forma protectora contra él.
—Gojo, por favor, no seamos dramáticos —el aludido emitió un chillido de indignación.
—Eres un alfa —dijo alguien más, a espaldas de Kento, que volteó para encontrar a quien debía ser Megumi, mirándolo con sospecha.
—Bueno, sí-
—¿Un alfa? ¿Es tu novio Gojo-san? —dijo Tsumiki liberándose del agarre del hechicero—. ¿Se pelearon y por eso no podemos hablar con él?
—¿Y a ti quién te invitó? —dijo Megumi, que ya había pasado a lado de Kento y ahora enfrentaba a Gojo.
—Esas son muchas preguntas —dijo Gojo con una sonrisa—. Primero, bienvenido a casa Megumi-chan, vine a verte porque es tu cumpleaños.
—Ya me viste, ahora vete. —gruñó. Tsumiki le dijo algo sobre no ser maleducado, pero Megumi ya tenía puesta la atención en Kento—. No eres uno de esos Zen'in, ¿verdad?
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Sugar and Wine [Omegaverse] [NanaGo]
FanfictionSatoru Gojo esconde celosamente un secreto: Es un omega. Un omega incapaz de concebir a causa de la técnica maldita que lo vuelve el hechicero más fuerte de la era moderna. Puede que haya sido idea de sus padres criarlo como a un Alfa, pero al inter...