14. Abrazar con el alma

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❄️☀️


Estaban en lo correcto.

Por una vez en la vida, los ancianos de la cueva mágica tenían razón.

Esperó por cuatro largos años, que parecieron cien, hasta que al fin recibió la llamada que esperaba con ansias. Cuando respondió el teléfono y escuchó la voz de Nanami del otro lado de la línea, con ese tono formal e impersonal, con el que fantaseaba durante las largas noches de insomnio en las que preguntaba cómo sería el alfa en su nuevo entorno, no pudo evitar reírse, la felicidad revoloteando en su pecho como burbujas en el agua mineral.

El sentimiento perduró a lo largo del día, incluso después de que sus alumnos ignorasen sus instrucciones y se metieran en una pelea contra una maldición a la que no le podían ganar; tuvo que recogerlos y llevarlos con Shoko para que todas las partes de sus cuerpos volvieran a estar en su lugar. No era como si no estuviera preocupado y al mismo tiempo furioso con sus chicos, les daría un castigo apropiado una vez que se recuperarán, sin embargo, seguían vivos, lo que fue demostró ser suficiente para que su instinto omega, extasiado ante la idea de volver a ver al alfa con el que estaba enlazado, siguiera al mando.

Después de ser regañado por el director Yaga, debido a su aparente falta de autoridad y nulo control sobre sus alumnos, Satoru se dirigió al centro comercial. Tenía en mente conseguir los ingredientes para preparar el katsudon que Tsumiki pidió, aunque Megumi quería yakisoba, pero apenas había tomado una canastilla, cuando escucho un anuncio de descuentos en productos de skincare. Con un capital como el que poseía, no fue la oferta lo que atrajo su atención, sino la idea de embellecer su rostro para su cita del día siguiente. Pasó más tiempo del ideal escuchando a las vendedoras ofrecer una gran variedad de cosméticos, solo para terminar comprando todo.

Ya estaba fuera del supermercado, cuando se dio cuenta de que no había comprado la comida y volvió por lo que necesitaba para hacer un buen yakimeshi.

Durante la cena, Satoru no logró comprender por qué los niños estaban siendo tan melindrosos con la comida, ya que a su juicio, el arroz le quedó estupendo, pues para variar, las verduras no se sobre cocieron, ni quedaron duras, ni tampoco se había pasado con la salsa de soja. Para su suerte, ellos se sentían tan agotados y hambrientos por su día escolar, que en el mismo segundo en que se levantó para poner la vajilla en el fregadero, se olvidaron de su descontento y se enfrascaron en una carrera contra el reloj, con tal de no ser el último en terminar y, por lo tanto, el que limpiara la cocina. Fue divertido ver a Tsumiki correr con la boca llena para dejar su plato, mientras que Megumi por poco se atragantaba al intentar acusar a su hermana de hacer trampa.

Al final, para evitar un conflicto mayor, los envió a hacer su tarea, o a bañarse, mientras él se encargaba de la limpieza. Tsumiki eligió el baño, Megumi decidió salir a jugar con sus perros. Satoru lo dejó un rato en paz, pero una vez que terminó con la cocina, lo llamó de nuevo.

Para variar, el chico obedeció, lo que fue sorprendente porque el último par de años, la convivencia con él se había vuelto difícil, ya que, debido a sus misiones y su trabajo de profesor, tenía muy poco tiempo libre. Los días como ese, en los que podía cocinarles y pasar el rato con ellos, eran rarísimos, por lo que ese vínculo familiar que habían forjado cuando Nanami todavía era parte de sus vidas, se erosionó en un santiamén con Megumi, mientras que con Tsumiki parecía pender de un hilo.

A menudo pensaba en lo irónico del asunto. Cualquiera creería que Megumi le tendría mayor estima, si se consideraba que pasaba más tiempo con él, porque a veces lo llevaba a misiones para enseñarle jujutsu; mientras que a Tsumiki siempre le prometía llevarla a algún lugar divertido y rara vez lograba cumplir su palabra. Tsumiki decía que lo entendía, estaba ocupado, el mundo lo necesitaba, no obstante, el creciente resentimiento de Megumi era la prueba irrefutable de que no era así. Satoru comprendía que podía parecer alguien poco confiable para ellos, pero su constante rechazo hería a su omega.

Sugar and Wine [Omegaverse] [NanaGo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora