1. Libélula de cristal

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❄️☀️

Había un ruido persistente en la habitación, Satoru, aún medio dormido, se preguntó qué era lo que lo causaba, ya que estaba seguro de que desactivo la alarma del despertador antes de irse a dormir; ese jueves era su día libre y necesitaba descansar de verdad para poder zambullirse de nuevo en el infinito número de misiones que le asignaban por el simple hecho de que podía con ellas.

El sonido cesó, pero justo cuando estaba a punto de quedarse dormido, el ruido comenzó de nuevo. Satoru gruñó, buscó su celular a tientas y respondió la llamada con un monosílabo ininteligible.

—¿Satoru, a qué hora van a llegar? —dijo la voz de su madre.

El cerebro de Satoru tardó más de lo normal en procesar la información, pero cuanto lo hizo, se paró frente a su armario y comenzó a revolver su ropa en busca de algo que ponerse, porque no podía ir a ver al chico que debía convertirse en su salvador, vistiendo un pijama de Digimon.

—¿Satoru, lo olvidaste?

—No lo hice mamá —aseguró mientras intentaba ponerse los jeans y no tirar su celular en el proceso—. Lo enviaron a una pequeña misión fuera de Tokio, regresa en pocas horas, así que estaremos ahí por la tarde, para la cena o quizá un poco antes, ¿está bien?

—Mnh... —murmuró ella, Satoru se dio cuenta de que no le creyó—. Está bien, pero tiene que ser hoy cielo, tu cumpleaños es la próxima semana y necesitamos terminar los preparativos para tu presentación, todo debe ser más que perfecto, lo sabes.

—Lo sé, estaremos allí —En cuanto la llamada terminó, el omega salió de su dormitorio sin molestarse en cerrar la puerta tras de sí.

La verdad era que se olvidó de su reunión, pero en realidad no lo podían culpar: con la deserción de Suguru a mediados de septiembre y lo que pasó después, Satoru había tenido la cabeza en todos lados, menos en la fiesta por su cumpleaños dieciocho, que también era la presentación oficial del jefe del clan Gojo y su 'pareja', o 'primer pretendiente', dependiendo de la época y la situación general de la familia y sus integrantes.

Se detuvo a medio camino hacia los dormitorios de los de segundo año, pensando en regresar a su habitación y cambiarse la ropa de nuevo, a fin de tener una apariencia adecuada para los estándares de su clan, al momento de dar la noticia de que no existía ningún prospecto; sin embargo, apenas retrocedió algunos pasos, cuando se dio cuenta de que ir solo, provocaría que su madre comenzara a jugar a la casamentera y en el proceso, mucha gente podría acabar maldita.

La simple idea de encontrarle una pareja parecía una broma de mal gusto, si se consideraba el hecho de que no creía en el compromiso, ni en las parejas destinadas, ni las almas gemelas, ni en el hilo rojo del destino; incluso se podría decir que Satoru no creería en la hechicería de no ser porque él mismo era un chamán (el más poderoso de todos, en realidad). Sin embargo, estaba consciente de que esta forma de llamarlo, no era solo un apodo, un título sin peso real en el mundo del jujutsu, y seguiría siendo así hasta que consiguiera hacerse de un lugar entre los grandes peces gordos que dirigían su sociedad y para ello, requería cumplir ciertos protocolos tradicionales.

Si de todas formas iba a acabar atado a alguien, prefería ser él mismo el que cavara su tumba.

O al menos, así habría sido, si Suguru no hubiera renunciado.

Ahora, la pala estaba en manos del único otro alfa decente que Satoru había tenido oportunidad de conocer y nada le aseguraba que ese chico quisiera ayudarlo.

🍷🍬

Kento llevaba casi una hora tratando de salir de su habitación, sin embargo, podía sentir la energía maldita de su senpai yendo y viniendo a lo largo del corredor, a veces se detenía frente a su puerta por varios minutos, pero luego se alejaba.

Sugar and Wine [Omegaverse] [NanaGo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora