25. Guardián

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❄️☀️

Solo hay una forma de describir lo que pasó cuando se dieron cuenta de que estaban rodeados de libélulas y que, además, resultaron ser más de las que Tsumiki veía: se volvieron locos. El primer impulso de Satoru fue el de querer destrozar el bungaló hasta que ni siquiera quedaran sus cimientos; el de Kento, llevar a su familia fuera de Japón a un lugar en el que la energía maldita no pudiera alcanzarlos, pero sobre todo, dónde nunca se enteraran de lo que le haría a la persona que se había atrevido a amenazarlos.

Sin embargo, ni siquiera llegaron a expresar alguna de sus ideas, porque se dieron cuenta de que llevar a cabo cualquiera de sus planes significaba dejar a sus cachorros sin estabilidad y sin hogar. No podían hacerles eso.

No otra vez.

En su lugar, tomaron una medida menos drástica: hicieron las maletas, se mudaron a un hotel y priorizaron la limpieza del bungaló, con el fin de que Tsumiki y Megumi no se vieran afectados por el cambio en su rutina. Para su sorpresa, los chicos disfrutaron bastante del servicio a la habitación y los otros beneficios que venían al "vivir en un hotel"; y aunque al final sus preocupaciones sobre cómo les afectaría la mudanza repentina resultaron infundados, todavía consideraban que fue la decisión correcta.

Incapaz de dejar en manos ajenas la tarea de asegurarse de que no quedaba ningún objeto maldito influyendo a su alrededor, Kento decidió que él mismo se encargaría de reordenar cada rincón de su hogar y de las propiedades del Clan Gojo que frecuentaba. No obstante, para aliviar un poco la carga de trabajo, permitió que su equipo se encargara de recolectar las libélulas y de la limpieza general.

Entre las misiones, el bungalow, la finca en Chiyoda, el departamento que Satoru compró en Hinohara y la casa en Denenchofu, le tomó casi un mes volver a su propio lugar.

A decir verdad, Kento no estaba feliz de tener que lidiar con el desastre que era su departamento, en especial luego de un día largo y difícil. Hizo lo posible por retrasar su llegada, tomándose más tiempo del necesario para terminar sus informes y recorriendo el supermercado varias veces, agregando cosas que no necesitaba en su carrito de compras cada vez. Incluso se tomó un momento frente a la puerta, para aflojarse la corbata, respirar y prepararse mentalmente para enfrentar el desorden, antes de ingresar la contraseña en la cerradura.

Haciendo un esfuerzo por ignorar los muebles fuera de sitio y las cajas de cartón en las que su personal había puesto sus decoraciones que estaban amontonadas en un rincón de la sala, dejó su corbata y su saco en el armario del recibidor antes de dirigirse a la cocina. Esta, unto al baño principal y su habitación, eran los únicos tres lugares que planeaba arreglar esa noche.

Dejó la bolsa que contenía su cena en un lugar libre sobre la encimera, y de inmediato, puso manos a la obra: primero, reviso la nevera para confirmar que nada se descomponía en el refrigerador, después, revisó los cajones y una vez que se aseguró de que no encontraría sorpresas de cristal adentro, limpió el fondo y guardó los cubiertos. En menos de cuarenta minutos, consiguió que su cocina quedara como nueva, lo que ayudó a que su cerebro que había estado en modo supervivencia desde el descubrimiento de la jaula de libélulas, comenzará a encontrar algo de paz.

Sintiéndose menos ansioso e irritado que al principio, Kento dirigió su atención al baño, no tardó mucho en poner las toallas limpias en sus respectivos cajones, ni tampoco en acomodar los productos de skincare de Satoru y las medicinas en el gabinete detrás del espejo.

En su habitación, por otro lado, el gran reto se trataba de organizar el closet. Desde que comenzó a salir con Satoru, su guardarropa solo crecía y crecía, no solo porque cada seis meses recibía media docena de trajes personalizados "acorde a la temporada" para el trabajo, sino también porque Satoru solía comprar conjuntos a juego para usar cuando tuvieran oportunidad de ir a una cita. Además, Kento no podía olvidar la costosa ropa de marcas de lujo que el omega compraba para sí mismo, que terminaba en su armario, pues ya no tenía en donde más guardarla.

Sugar and Wine [Omegaverse] [NanaGo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora