24. Jaula

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tw: Suguru Geto es su propia advertencia

❄️☀️

El tiempo libre para el autocuidado es, por desgracia, un concepto incompatible con el estilo de vida de un hechicero. Kento, sin embargo, no estaba dispuesto a renunciar a ningún precioso segundo que pudiera utilizar para sí mismo. No se trataba de egoísmo, sino de prevención, pues a medida que la primavera se acercaba a su final, comenzaba a preocuparse por sufrir un episodio depresivo. Si bien, no había tenido una recaída en los últimos dieciocho meses, no exageraba al ser cuidadoso.

Esa agradable mañana de mayo, Kento pudo retomar su rutina, salió a correr cuando el sol aún no aparecía en el horizonte, al volver a su departamento tomó un relajante baño de espuma y preparó un buen desayuno, el primero que cocinaba en meses, que disfruto mientras leía el periódico. Como era fin de semana, tenía planes para pasar la noche en el bungaló con Satoru (si es que su omega se dignaba a aparecer), pero antes de salir hacía Okutama, decidió hornear un lote extra de galletas de avena con chispas de chocolate, que empacó junto a otros bocadillos y bebidas que planeaba repartir en la escuela.

Alrededor del mediodía, llegó al colegio de hechicería. Como era de esperarse, Satoru estaba en el campo de entrenamiento junto a los alumnos de primero. No se suponía que tuvieran clases en fin de semana, pero desde la pérdida de su cachorro el año anterior, su omega encontró decenas de nuevas formas de mantenerse ocupado y enseñar era una de ellas. Por su bien, y el de sus estudiantes, Kento intentó conversar sobre bajar el ritmo y no presionar a los chicos más allá de sus capacidades. Aunque Satoru lo escuchó y siguió su consejo por algunos meses, en cuánto comenzó otro ciclo escolar, el patrón empezó a repetirse justo frente a sus ojos.

En defensa de Satoru, sin embargo, Kento tenía que admitir era en parte responsable por el nuevo enfoque en su método de enseñanza: Puede que cuando dijera que podrían aparecer otros que los necesitaran, no estuviera pensando en adolescentes distanciados de sus familias biológicas por culpa de sus técnicas malditas, pero Satoru no estaba equivocado al querer ayudar a sus alumnos.

Ese año, en especial, los chicos que ingresaron parecían necesitar más que un simple maestro dictando una clase, así que desde el comienzo, Satoru estuvo feliz de asumir su nuevo papel. Todavía era el tipo de profesor que creía en el "amor duro", en el sentido de que no tenía problema en enviar a sus estudiantes a misiones por su cuenta, mientras estuvieran dentro de su nivel de habilidad; pero al mismo tiempo adoptó una personalidad juguetona y despreocupada, con la que consiguió ganarse la confianza a Hoshi y Hakari muy rápido.

De entre los dos, Hakari era quien requería vigilancia extra. No es que Kento creyera que fuera un chico problema (como la cueva mágica lo tenía catalogado), no obstante, su historial estaba plagado de pequeños, aunque muy recurrentes, delitos relacionados con apuestas clandestinas y problemas con la autoridad, nada poco común, considerando que poseía una cantidad inusualmente alta de energía maldita. Satoru, en sus propias palabras, no era tan idealista para creer que lograría enderezarlo, pero confiaba en que al menos podría hacer que canalizará toda su pasión en el jujutsu.

Kento se recargó contra el barandal que rodeaba las gradas, observando a su omega de pie al centro de la cancha alardeando acerca de su invulnerabilidad y su récord de cero derrotas, mientras sus estudiantes jadeaban por aire apoyándose en sus rodillas, el sudor escurría por sus sienes a causa del calor de mayo. Hoshi y Hakari no eran los únicos allí, los de segundo, tercero y sus respectivos profesores también estaban alrededor, mirando a Satoru con cierta admiración, o con hastío. Nada fuera de lo normal.

Durante algunos minutos, observó a los estudiantes idear planes para tratar de derribar a su profesor, solo para fracasar una y otra y otra vez. Cansado de lo que veía, Kento suspiró con frustración y comenzó a bajar las escaleras hacia el campo, no tenía idea si había algo que aprender del ejercicio y tampoco interés en averiguarlo. Se detuvo en la primera fila junto a Ieiri y el director Yaga para dejar una hielera con bebidas y una cesta con refrigerios que preparó la noche anterior, después de que Satoru le dijo que usarían el día para comenzar a preparar a los chicos de segundo y tercero para el Evento de Buena Voluntad.

Sugar and Wine [Omegaverse] [NanaGo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora