La verdad lastima, pero no cambia nada

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Mis pensamientos dan miles de vueltas todos los días, tantas vueltas que me dan nauseas constantemente, todo por aquellas palabras que salieron de la boca de mi hermano, del que quisiera que fuera más que eso.

Si es verdad, me quemaron más que el café del Oxxo, me dolieron tanto que no pude parar de llorar en todo el día y madrugada, pero entre mis mocos, mis lagrimas y mis constantes "olvídalo ya" "es solo tu hermano" "tiene razón", mi corazón también quería meterse, no podía solo sacarlo de el, ni aunque me haya dicho todo eso, esas palabras, esa confesión, no podía dejar de verlo como el ser mas increíble, el ser al que amaba, el ser por el que mi corazón latía tan rápido, por el que mis manos sudaban, y mis mejillas se ponían rojo tomate.

Era tarde, tan tarde, lo amaba tanto, que sentía que me faltaba el aire cuando no lo veía por mucho tiempo, cuando no pasaba tiempo con el, me sentía a morir. Sí, soy un terco, y este terco va a luchar por aquel mapache enojón.

Es increíble todo lo que pensé esa madrugada, últimamente se me ha hecho un habito el no dormir bien. Los días siguientes intente actuar lo más tranquilo posible, lo más normal, y el también, como si nada hubiera pasado, pero si me percataba de aquellas miradas de su parte, de vez en cuando me miraba, cuando comíamos, cuando íbamos a la escuela, se me quedaba viendo y cuando lo volteaba a ver el desviaba la mirada rápido, no era una mirada de enojo, solo era una mirada sin más.

No habíamos pasado tiempo juntos, solos, ni juegos, ni tareas, nada, simplemente se alejo de mi, respuestas cortas a mis cuestionamientos, intentaba preguntar cualquier cosa que se me venia a la cabeza, pero solo conseguía respuestas cortas, me canse de su actitud tan cortante.

A si que se me ocurrió un plan estúpido, pero que se que serviría, para conseguir un poco de su tan "valiosa" atención, y poder responder a todo aquello que soltó el día del super.

(...)

Con mis manos sudando mares, toque la puerta de su habitación con una, mientras que en la otra se encontraba un cigarrillo que había robado de su mochila días antes mientras el se bañaba, Dee fumaba a veces, mis papás no lo saben, yo tampoco lo sabia hasta que un día lo encontré a la hora de la salida de la escuela fumando en un callejón cerca de ahí, me suplico que no le dijera a nadie.

Un leve "pase" se escucho, hice caso y entre sin más.

-Oye Dee, tienes un encendedor que me prestes, no encuentro el de la cocina.- dije parándome a un lado de el, que se encontraba en su escritorio. 

-¿Tu para que quieres un encendedor?.- verbalizo sin voltearme a ver, pero una vez que lo hizo sus ojos se posaron rápido en el cigarrillo, una expresión de sorpresa y confusión se formo en su rostro.

-¿Qué mierda Heavy? ¿Qué haces con eso?.- verbalizo enojado, se paro de golpe e intento quitarme el cigarrillo.

-¡Oye es mio!, tu tienes los tuyos.- dije enojado alejando mi mano y el cigarrillo de el.

-¡Heavy como se te ocurre!, dame eso.- se acerco más a mi aun intentando quitarme aquel objeto.

-Es solo un cigarrillo, no puede ser tan malo.- verbalice enojado, cruzándome de brazos.

Dee me miraba desconcertado, y con una clara expresión de preocupación y ¿tristeza?. 

-Heavy....- 

-Es solo un cigarrillo, como los que tu fumas.- sentencie y sostuve mi mirada.

-Cariño, ¿acaso no me amas?.- verbalizo con un tono tan suave, que sentí como sus palabras llegaron  a mi como pequeños gatitos suaves, ¿Era correcto lo que había escuchado salir de su boca?, mis ojos se abrieron en signo de sorpresa.

𝙤𝙝 𝙙𝙚𝙖𝙧 𝙙𝙞𝙖𝙧𝙮, 𝙞 𝙛𝙚𝙡𝙡 𝙞𝙣 𝙡𝙤𝙫𝙚 | 𝘿𝙚𝙚𝙭𝙃𝙚𝙖𝙫𝙮|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora