Beso de amor

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Capitulo 11
Beso de amor

(O como ser honesto con uno mismo)

Daniel LaRusso estaba muy confundido, los sentimientos en su corazón quemaban cómo hielo en la mano, sus latidos eran tan rápidos cuando veía aquellos ojos azules, que la sangre llegaba hasta sus mejillas; por suerte su piel canela podía disimular un poco, al contrario del rubio, que cada que se iba enamorando todavía más del azabache, no tenía ni cómo esconder el sonrojó que teñia sus blancas mejillas.

El Sensei Kresse por su parte también estaba rojo, pero de la ira. Más que molesto por el abandono de su mejor estudiante de karate, que (y aunque no lo admitía) era el hijo que nunca tuvo. Pero Silver siempre estaba para hechar una mano...una mano por debajo del kimono negro. Consolando a su viejo amigo de guerra, ambos pasaron un buen tiempo de calidad a puerta cerrada, lo que dejó al karateca rubio pensando sobre sus valores y su propia sexualidad. Silver jamás tuvo problemas para hablar de ello a sus seres cercanos, sin importarle una mierda lo que pensaran, pero John Kresse no era como su amigo, siempre se negó a si mismo lo que era y quién era.

Regresando a la pareja principal, el dinero para Johnny Lawrence se iba haciendo cada vez más escaso, si iba a enamorar al pequeño niño bonito, ¡debía hacerlo ya! Y tenía un plan infalible para ello, al menos eso pensaba él. La verdad es que su cerebro de típico badboy no daba para más, por ende, tenía en mente hacer lo que todo badboy hacía, y que él mismo había hecho anteriores veces para conquistar innumerables chicas:

Llevar a la víctima al acantilado en su fabuloso convertible rojo.

Sencillo pero efectivo.

Daniel por su parte se había puesto lencería femenina por debajo de su ropa habitual, y con una pequeña sonrisa pícara, caminaba por los pasillos de la escuela, un poco duro por el morbo de que los demás no tenían ni idea de lo que llevaba por debajo de sus prendas.

Pero esa sonrisa se desvaneció, en cuanto alcanzó a ver en los casilleros próximos, al chico que amaba besándose con su novia, Ali Mills, aquella rubia oxigenada que apartaba a Johnny de él, que le robaba su tiempo, su alma y su cuerpo, aquella de rulos de oro que siempre parecía ir vestida de princesa para Lawrence.

Eso causó un leve shock en Daniel, el corazón se le había oprimido, y unas cuantas lágrimas amenazaban con escaparse de sus ojos. LaRusso lo entendió, él solo era un objeto para el placer de Johnny, jamás iban a estar juntos, no como una pareja real, no iban a tomarse de las manos y besarse en los casilleros frente a todos. Daniel solo servía para el sexo, y eso estaba bien, porque al menos era bueno en eso, pero nunca antes se había sentido mal por ello.

—Buenos días— saludó el pelinegro tragándose amargamente el dolor, en un intento de ocultar el dolor.

Tomó desprevenidos a ambos rubios, interrumpiendo su beso y separando sus cuerpos uno del otro por el sobresalto.

—Ah, Hola Daniel, buenos días— saludó la chica en simpatía, durante el último tiempo que Daniel pasaba pegado como chicle a su novio, coincidió un poco con el azabache y habían interactuando brevemente, pero lo suficiente para llevarse bien.

—Hola, LaRusso— dijo disimulando el rubio, pero en su mirada nada discreta, se hallaba un gesto de incomodidad y vergüenza, realmente se sentía mal de hacer este tipo de cosas con Ali, más enfrente del chico que amaba, pero no le quedaba de otra, tenía que cumplirle a su novia. -¿Qué onda?- pregunto tratando de sonar casual.

Pretty Boy (Niño bonito) LawRussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora