Noches de pasión

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Capitulo 9
Noches de pasión

(Advertencia: Contenido altamente explícito en todo el capítulo, se recomienda discreción)

Daniel saltaba encima de Johnny una y otra vez, la gruesa verga rubia entraba y salía velozmente, y la cama de Lawrence se encontraba rechinando, mezclando el sonido de aquel lecho con los sonoros gemidos del azabache y los bufidos de placer del rubio.

Johnny le dió un par de nalgadas mientras el trasero de Daniel rebotaba en su entrepierna, esos golpes hicieron a Daniel soltar varios gemidos muy exitantes para el chico de pelos de oro.

—¡Oh dios mío, Johnny!— jadeó el pelinegro —¡Más fuerte!— me suplicó.

Johnny obedeció la petición del niño bonito y aumentó la velocidad de sus embestidas, nunca antes había sentido tanta excitación, jamás había disfrutado tanto el sexo hasta que llegó Daniel.

Desde la habitación cercana de aquella mansión, una mujer rubia sonreía al imaginarse lo que estuvieran haciendo su hijo y aquel niño de piel canela en la habitación del rubio, hubiera deseado haber puesto una cámara escondida en el cuarto de Johnny; al principio a Laura le daba un poco de asco, si bien aceptaba a su hijo tal cual era, el saber que tenía sexo en la casa le incomodó bastante, más aún cuando los había atrapado en pleno acto, pero con el tiempo el interés se apoderó de ella, y empezó a gustarle la idea de ver hasta el más mínimo detalle y muestra de afecto que ambos chicos pudieran darse, incluyendo el coito, por lo tanto acepto que Johnny trajera al chico que ella creía, era su novio.

Daniel estaba completamente sudado, su piel brillaba y su cabello parecía estar empapado de agua, como recién salido de la ducha, por su parte, Johnny estaba completamente rojo, y se mordía el labio inferior haciendo una mueca con los ojos como si estuviera aguantando algo pesado.

Johnny que estaba acostado en la cama mientras Daniel saltaba sobre él mirando el techo, se levantó un poco y su boca fue a atrapar uno de los pezones del azabache, Daniel gimió al sentir como el rubio succionaba su sensible tetilla, casi pareciera que quería sacarle leche y amamantarse de Daniel, soltó un gemido agudo como nunca antes había alcanzado cuando Johnny le mordió la punta endurecida de su pecho.

—¡Johnny, ya no aguanto!— exclamó Daniel corriéndose en el musculoso abdomen del rubio.

Daniel dejo de saltar y dió un fuerte suspiró, estaba por levantarse y sacar el miembro de su trasero, pero Johnny sostuvo su cadera con fuerza impidiéndole levantarse.

—Espera, LaRusso, yo todavía no me he corrido— le dijo imponente.

Entonces Johnny empezó a mover su cadera de arriba a abajo levantando a Daniel únicamente con la fuerza de su pelvis mientras lo penetraba, ahora a su ritmo y voluntad.

—Johnny, no, espera por favor...

—Este es tu castigo por estar hablando con otros chicos mientras estás conmigo— le contestó.

Así pasó otra hora, en la que un Daniel ya cansado estuvo soportando la lujuria de su acompañante, tal vez pareciera que Johnny estaba violando a Daniel, quizá técnicamente si, pero el rubio sabía que al niño bonito le gustaba ser dominado. Cuando finalmente se corrió Johnny volvió a ser la persona más dulce del mundo, la calentura ya se le había bajado y se dió cuenta de lo que había hecho.

—¡Oh por dios! ¿Estás bien Daniel? ¿Me sobrepase? ¿Te lastime? Cuánto lo siento.

—¿Bromeas?— le cuestionó el azabache casi jadeando —Eso estuvo increíble...

Otra noche otra sesión de sexo desenfrenado llegó para los dos amantes. Johnny había entrado a una sexshop (dónde el miedo le había provocado temblores en las piernas) y había comprado algo especial para esta noche.

Pretty Boy (Niño bonito) LawRussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora