ENERGÍA OSCURA

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La gorgona seguía el ir y venir de Apolo que con el rostro descompuesto meditaba en silencio. Luego de algunos minutos de conmoción, que a Medusa se le hicieron eternos, el dios se dirigió a la salida. 

—Si ocurre algo urgente, tal como dijo Atenea, vuelve a usar el arpa que te di —musitó dándole la espalda.

—No deberías culparte —antes de darse cuenta de lo que decía, Apolo dio media vuelta y la gorgona alcanzó a ver como su expresión cambiaba, era la viva imagen de la ira, sin embargo rápidamente se suavizó —. ¿Estás enojado conmigo?

—¿Por que lo estaría?

—Porque no has podido mirarme a los ojos ni un segundo, incluso antes de saber que la caja de almas no estaba, cuando acudiste a mi llamado...

—No lo he hecho porque... —hizo una pausa meditando sus siguientes palabras—. Porque no sé si toleraré que me mientas mirándome a los ojos.

—¿De qué hablas?

—¿Pretendes que crea que tu visita a Tebas y Atenas fue incidental?— el rostro de la muchacha palideció.

—No sé porqué lo hice, yo... simplemente sentí curiosidad.

—Perdiste el control en Tebas, sin embargo quise creer que no tenía relación conmigo, quise confiar en ti. 

Medusa recordaba haber seguido al dios por las calles de la ciudad, le había molestado mucho que le hubiese mentido, ahí estaba Apolo, el mismo que decía que no se vinculaba con humanos en un tono desdeñoso, galanteando con una expresión distendida. Eso había sido suficiente para que la gorgona perdiera el control. Lo siguiente que recordaba era haberse despertado en su habitación en el medio de la noche, todo hubiera podido ser un mal sueño, pero sabía que no lo era. Y en virtud de lo que estaba escuchando probablemente Apolo la había llevado a su casa. De no estar el dios de los oráculos, su descontrol podría haber hecho mucho daño, sin embargo, aunque entendía a la perfección la molestia de Apolo, no podía evitar sentirse consumida en rabia.

—Tú también eres un mentiroso —finalmente volteó a verla, sin embargo su expresión denotaba sorpresa—. ¿No decías que no te implicabas en asuntos humanos?

—Conozco la desnudez de muchos cuerpos, humanos y y divinos, si a eso te refieres, pero solo contigo me he involucrado. Me he desvelado pensando en tu bienestar, me he mordido la lengua y he procurado que mis palabras solo te traigan paz, hasta he confiado en que me respetarías. Incluso ahora, no estoy enojado por la irreverencia de tus actos, dime tú, ¿cómo crees que me ha ido al involucrarme contigo? Esto no es bueno para ninguno de los dos.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, que tal vez no estaba equivocado al mantener la distancia, de cualquier forma ninguno de los dos sabe como relacionarse con... con nadie — musitó el dios de la profecía mientras se dirigía a la salida, se detuvo un momento, pero solo hubo silencio, de alguna forma se alegraba de que así fuera, no tenía energía para iniciar una trifulca con Medusa, mucho menos si iba a sentirse culpable por no corresponderla de la forma que ella pretendía, sin embargo sabía que los sentimientos de la joven no eran reales, después de todo no lo conocía, y quizá se hubiera sentido así por cualquiera que se mostrara dispuesto a compartir tiempo con ella, ahora sabía que había sido un error y se sentía ridículo por sermonear a Atenea por sus imprudencias, no lo admitiría, pero había bajado la guardia, se había permitido dudar, quizá porque no le gustaba admitir que estaba equivocado o tal vez porque no le sería grato lo que pasaría, sin embargo no podía darse el lujo de pensar en eso, no esa noche.

El sonido susurrante de una ventisca lo acompañó en todo su trayecto, tenía la sospecha de que algo interesante sucedería, no era habitual para él visitar la morada de la diosa del amor, pero ahí estaba aquella noche. Contrastando con la quietud del Olimpo, se oían gritos lejanos, Apolo no alcanzaba a darle un significado a ese torrente de ruidos, sin embargo podía intuir que no solo con Atenea había recibido malas noticias. Sin dilatar el asunto se acercó a la entrada de aquella imponente construcción, los servidores de la diosa se inclinaron y lo demoraron hasta que Afrodita salió, como siempre su esplendor era un potente distractor, sin embargo pudo notar una expresión de tranquilidad forzada en su rostro.

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