One-Shots - Villainous x Male! Reader

Amor - Black Hat

ADVERTENCIA: TEMAS SUGERENTES, VIOLENCIA FÍSICA Y MUERTE.

Era el año 1979, cuando un hombre con un aspecto rondando a los 34 años cernía sus pensamientos en presencia al timbre frente suyo, perteneciente a la gran organización por la cual se decidió que sería su sustento de vida.

Estaba desempleado tras la bancarrota generada en su empresa luego de descubrir casos de corrupción por parte de quiénes eran sus dirigentes, cometiendo lo que se conoce como lavado de dinero, concretando ventas de bienes que tenían como resultado injustificadas grandes cantidades monetarias.

Su desgracia no sólo se limitaba en depender de trabajos a medio tiempo, sino, también al buscar de un empleo con horario completo. Muchas entrevistas y ninguna llamada.

Tampoco estaba comprometido o casado, durante toda su vida siempre se enfocó en su arduas responsabilidades. Cuando encontraba alguna persona que mostrase interés en él, este mismo despertar se desvanecia rápido debido a que no les prestaba la atención necesaria.

Tosió ante el humo generado por las construcciones cercanas, ajenas a la mansión.

Oprimió el botón y de pronto tanto la rejas como la puerta dieron el pase. Algo consternado tragó y caminó al sitio. Cuando ingresó, el lugar estaba repleto de velas que alumbraban los pasillos y paredes tapizadas con un rojizo oscuro.

—Nunca podría costear esto— mencionó al observar el alrededor. Aún dudoso de donde ir, prestó atención a los detalles.

Se percató de que ciertos veleros rebosaban espelma ocasionado por la caliente temperatura del mechero, pero en otros no, manteniéndose intactos. Temeroso, se dirigió en dirección a ellas. Desde la aparición de los héroes y villanos en la época de los 30, varios aspectos que iban en contra de la física u lógica, se volvieron comunes.

"¿Acaso el organizador es un héroe?" Se preguntó a sí mimo.

Tomando el borde, subió las escaleras. De pronto, arqueo su espalda al sentir como alguien lo estaba observando. Miró hacia abajo en busca de la residencia de ese sentimiento.

—No es nada— murmuró aliviado.

Se detuvo en la puerta, que desprevenidamente se abrió hacia adentro. Una figura esbelta se hayaba frente a un tocadisco, deteniendo la sonora música.