Incógnito | Zhongli X Tartaglia/Childe (+18)

Capítulo III: El contrato

Habían pasado ya unas semanas desde que Zhongli había sido promovido. Aún no había recibido su nueva paga, pero estaba preocupado. Había recibido un aviso, los servicios que tantas deudas le generaban iban a sufrir un aumento considerable. Luego de realizar los cálculos pertinentes se encontraría en su misma situación actual. Y él había pensado que al fin su billetera iba a estar un poco más suelta. Una pena realmente. No podía quejarse, debía atender sus cuentas, debía de hacerlo, debía hacerlo por ella, por ambos.

Tanto estrés no era para nada bueno. Necesitaba alguna forma de librarlo, pero ¿en qué tiempo? Seguía trabajando las mismas horas y la misma cantidad, volvía a su hogar cansado y desmotivado. Su vida actual era deplorable. Era como si estaba siendo consumido por su propia vida.

Lo único bueno que rescataba de estas semanas era que su jefe era una persona carismática; y, por ende, había logrado establecer una buena relación.

Cuando Hu Tao se enteró de su nuevo puesto inmediatamente se alegró y comenzó a molestarlo con el supervisor. En el sentido de que decía que había algo más que quería su jefe de él, que tenía cierto interés en su persona, más allá del empleo. En palabras de Zhongli: no podía estar más equivocada. Era una relación puramente profesional.

Dio una mirada al papeleo que le faltaba, deseaba tirarlo por la ventana. No podía hacerlo. Sentía el tic tac del reloj en la pared de su oficina y lo estaba poniendo de los nervios. Hoy realmente no tenía voluntad de nada. Dio otra ojeada a la habitación, seguía siendo la misma solo que ahora en su escritorio había un cartel en el que se lee "consultor Lapis". Sentía que las paredes le asfixiaban. Suspiró. Decidió pararse e ir al baño. Tal vez un poco de agua fría le ayudaría.

Necesitaba un cambio urgente en su vida. Algo que le quite el estrés y le de dinero.

En el baño, abrió el grifo y dejó que el agua fluya. Juntó sus manos, las llenó de agua y las pasó por su rostro repetidas veces. No era la solución pero se sentía menos tenso. Se miró al espejo y la imagen que este le devolvió no era para nada amigable. Sus ojeras seguían igual que siempre, su largo cabello se encontraba ligeramente desordenado, su camisa no estaba desaliñada para su sorpresa.

Salió del baño y se dirigió nuevamente a su oficina. En el camino no se cruzó con nadie para su suerte, de seguro los espantaba con la cara que portaba en ese momento. Tomó aire y giró la perilla. Para su sorpresa, se encontró a su jefe sentado en su silla dando vueltas. ¿Justo ahora debía de venir a verlo?

― Buenos días señor Lapis, veo que está ligeramente agotado ―comenzó la conversación el pelirrojo. No quería lidiar con esto no ahora―. ¿Podría ser tan amable usted de decirme el motivo?

Zhongli dudó en su respuesta. ¿Qué se suponía que debía de responder? ¿Con una farsa o con la pura verdad?

― Creo que el tema no es de su incumbencia ―respondió sin pensar el castaño. No había sido descortés pero un poco bruto tal vez había sonado.

El silencio se hizo presente. Ajax no explicó que hacía en la habitación, si bien no lo mostraba estaba nervioso.  Quería proponer algo ciertamente... indecente. Pero no encontraba la forma. Desde el primer momento que había visto al castaño sabía que era el indicado.

― Ya veo ―dijo el supervisor rompiendo el intenso silencio. Realmente no podía exigir repuestas―. En fin, he visto su reporte y creo que se ha traspapelado sus finanzas...

Zhongli se sorprendió notoriamente. ¿Cómo había realizado tal descuido? Inmediatamente se sonrojo de la vergüenza. Odiaba que el hecho que sus mejillas se tornaran rojas frente a él comenzara ser un hábito.