Capítulo 13.

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A diferencia de los hoteles de la ciudad, elegantes y alucinantes, con el único fin de pasar un tiempo agradable alejado de todos los problemas, pero Jimin no se podía quejar cuando el motel en el que se hospedaron esa noche era acogedor y hermoso, justo lo que necesitaban.

— Yoongi era mi profesor, cuando estudiaba en la secundaria —  contó despacio Jungkook.

La noche había caído, invitando a los huéspedes a disfrutar de una deliciosa comida, bebidas y un relajante ambiente, acompañado de música suave y las voces y risas de por doquier.

— Aquella vez estaba en plena adolescencia y estaba en contra de todo —  se hincó de hombros Jeon, mientras miraba la bebida delante suyo como si fuera la cosa más impresionante del mundo   — Ahora que lo pienso, me gustaba desde el principio —   hizo una mueca con sus labios.

Jimin solo lo observaba, con un vaso lleno de jugo de naranja en sus manos.

— Le decía que lo quería, que estaba enamorado, siendo tan insoportable... — negó soltando una risita el mayor   — Qué infantil, ¿cierto? — miró al más chico, quien desvió la vista rápidamente.

— Ibas en serio... —   susurró, dejando el vaso sobre la mesa y levantarse para caminar hacia la habitación que le correspondían.

— Jimin... —    llamó Jungkook, colocándose de pies también, siendo interrumpido cuando iba a caminar detrás del menor, por uno de los de servicio   — Hemos terminado, gracias — agradeció al dependiente — ¡Jimin, espera! —   gritó, corriendo tras suyo.

Park intentaba que sus pies se movieran más rápido de lo normal, sólo quería encerrarse en la habitación, o en el baño, donde quiera, pero que no estuviera Jungkook.

Con solo algunas palabras que había dicho el mayor, había comprendido perfectamente su actitud, Jungkook seguiría viéndolo como un chiquillo inmaduro y estúpido, que sólo se había encaprichado con él, y en el fondo aquello dolía.

Dolía, porque el amaba a Jeon con todo su ser, no sólo era un capricho de niños, no. Desde el día en que había conocido al mayor, no había podido sacárselo de su cabecita, no había noche que no soñara con un mañana junto a su amor, no había día que no lo pensara ni lo mencionara.

Y aquel día, aquel maldito día en que su hermana y Jungkook contrajeron matrimonio, había sido el peor de todos, donde su corazón se había roto en muchos pedazos, y con las cosas que le decía Jungkook, lograba pisotearlo más, ¿alguna vez alguien los recogería y los volvería a unir cómo alguna vez fue?.

— ¡Jimin! —  lo tomó del brazo, al mismo tiempo en que se adentraba en la elegante recámara   — ¿Acaso no escuchas? —   bajó la voz al cerrar la puerta con la mano libre, ahora solo ellos dos en medio de aquellas cuatro paredes.

— Suéltame —   forcejeó el rubio, tratando de soltarse, pero Jungkook era imposible   — ¡Qué me sueltes Jungkook! — gritó y tiró de su mano, quedando libre, pero sin moverse del lugar, con una mirada furiosa.

— ¡¿Ahora que mierda tienes?! —   alzó la voz el castaño 
— ¡Todo estaba bien, y de pronto huyes dejándome solo, no entiendo! —.

— ¿Qué tengo? —   río irónico   — Tengo, que estoy cansado de que me hagas saber que nunca podré ganarle a Yoongi, eso tengo —   agua comenzaban a acumularse en sus ojos, y se maldijo por ser tan sensible.

— ¿Qué? —  preguntó descolocado Jeon.

— Pasa, que Yoongi te dió muchas cosas y tú lo querías —  sonrió, una lágrima cayendo y la eliminó bruscamente con su pequeño puño — Cuando yo apenas puedo conmigo mismo y sólo te causo problemas —  bajó la cabeza avergonzado, provocando que más agua salada rodaran por sus mejillas, incapaz de quitarlas todas.

Terrorista  ||Kookmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora