Capítulo 9.

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Maratón 1/3.

Jeon quería volverse loco prácticamente, o de lo contrario, tirar a Jimin de un barranco.

Habían pasado dos semanas desde que, según el rubio, se habían hecho pareja.

Aquel día en el aeropuerto, luego de haber llegado a casa, tuvo que pasar el resto del día escuchando el llanto y la risa de Park, pues el chico era muy extraño. Pensó que se moriría aquella noche, Jimin no dejaba de balbucear palabras sin sentidos y lo más cojonudo de todo, era que se sonrojaba a cada mirada se brindaban, haciéndolo ver malditamente tierno e infantil.

Era cerca de la media noche y se encontraba en plena soledad en su departamento, con el sofá y una revista matando su aburrimiento y deseos de ir en busca del rubio.

Jungkook se preguntaba cuál sería el motivo de la ausencia del menor. ¿Realmente no tenía intención de estar con el?.

Todo había estado bien desde que comenzaron a salir. Había logrado comenzar una relación con el mayor, ¿acaso ya se había cansado?.

¿Quién era el que se pasaba gritando que estaba enamorado de él, que era el destino?.

— Mierda —   chasqueó la lengua, sentándose, dejando la revista a un lado y caminar hacia el refrigerador   — Necesito tomar algo —.

Tomó una lata de cerveza y con pereza caminó hacia el mueble que antes estaba ocupando, retomando el puesto y abriéndola para darle el primer gran sorbo.

No importaba cuánto había pasado, el siempre hacía su mayor esfuerzo, y no importa cuánto lo haya intentado, sus comidas siempre sabía mal, y él estaba al tanto de ello. A pesar de eso, cocinaba con tanto empeño. Obligaba a Jungkook a que los comiera, como si no le importara, estaba muy atento a sus movimientos.

El mayor fingía no verlo, o no darse cuenta, pero era imposible, Jungkook era un experto en observar a las personas.

En verdad estaba molesto. Es como si estuviera enamorado del menor, cosa que por supuesto, era imposible... el, el no podía enamorarse a esas alturas.

Si bien apreciaba al más pequeño de los Park, a pesar de todo era un chiquillo que aún no veía las responsabilidades encima suyo, ni las consecuencias de sus actos a tan temprana edad, pero él no era quien para aconsejar a Jimin, al fin de cuentas, los dos eran iguales.

Sacó el móvil de su bolsillo y marcó algunos números antes de llevarlo a su oído y esperar a que alguien respondiera  — ¿Hola? —  saludó una voz femenina.

— Soy Jungkook, Jenny —  dijo llevando una mano a su nuca en señal de nervios.

— Ah Kookie, que sorpresa, ¿sucedió algo? —   inquirió la chica.

— Bueno, me gustaría hablar con tu hermano —   suspiró  — Él se encuentra? —.

Olvide que existía la posibilidad de que mi ex esposa contestara.

Luego de unos segundos, se volvió a escuchar a la joven — ¿Jungkook? —   preguntó, recibiendo un gemido como respuesta   — Jimin no está, pero me lo dice el mismo —  se escuchó un cerrar de una puerta, y el castaño no se sorprendió que Jimin estuviera negándose a hablar con el, el motivo era lo que le interesaba   — ¿Sucedió algo? —.

— Nada, no te preocupes —  respondió con algo de pesadez  — Olvídalo, nos vemos —  cuando iba a colgar escuchó otra vez a Jenny hablarle.

— ¿Sabes?, hace tiempo Jimin me preguntó con mucha insistencia —  escuchó bien atento   — Sobre aquello, ¿ya le enseñaste la fotografía? —   se escuchó un suspiro del otro lado de la línea  — No importa, no vemos —  colgó.

Jeon miró varias veces el móvil, con frustración lo colocó sobre la mesita en frente y caminó hacia uno de los gavetines donde descansaba su diario y esa vieja fotografía.

Una ves el cuaderno en sus manos comenzó a ojearlo en busca de su objetivo, desesperándose por no encontrarla, repitiendo la acción varías veces, incluso sacudiéndolo para ver si al menos caía.

Nada.

Recordó en un instante que podría estar en su auto, o sino en su bolsa de la escuela que descansaba en el mismo. Esa foto no podría desaparecer así como así, era un recuerdo demasiado importante en su vida como para perderlo, era el último regalo que le había dejado su superior.



























Suspiró por quinta vez en la noche una vez entrando a su departamento, como antes había pensado, la foto descansaba en el asiento del copiloto, algo que le extrañó al principio, pero conectando todos los cabos sueltos, había llegado a una conclusión, Jimin había visto la foto y de seguro a eso se debía su enojo y desaparición de sus alrededores.

¿Acaso Jimin era tonto?.

Por eso Jungkook odiaba ligar con niños, por su poca mente y despreocupados a la hora de tomar decisiones.

Se acercó a un enorme calendario que descansaba en un clavo de la pared, y decidió que tendría que ir a visitarlo a la escuela y dejar las cosas claras. Para su desgracia, el día siguiente sería sábado, por lo que no habían clases.

Un círculo marcaba el 24 de ese mes, julio, frunció su ceño y la curiosidad le invadió, ¿qué significaba esa marca?.

¿Era algo importante?.

Cómo un balde de agua fría, los recuerdos llegaron a Jungkook rápidamente.

Cada año, en ese mes y día, el castaño regresaba a su cuidad e iba sin falta a visitar la tumba de Min, sin faltas, sin tropiezos.

Caminó hacia el mueble y dejó su cuerpo caer sin ganas, como un saco de papas.

Ya se había convertido en una costumbre, no podría haberlo olvidado... pero lo había hecho.

¿Por qué?.

¿Cómo podía haber olvidado algo tan importante?.


















Dianita los ama.

Terrorista  ||Kookmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora