–Vale... Gracias Draco.
–Pero cuéntame que es lo que sientes.
–No es nada, de veras.
–Cuéntamelo. –Dicta firmemente.
–Creo que no estoy preparada para esto, para conocer gente, he estado toda mi vida en casa, encerrada, y ahora... Ahora estoy aquí, contigo, pero en Hogwarts, un lugar enorme y lleno de gente. Gente vil y cruel, o sencilla y carismática a la vez, con ambiciones y metas. Y luego estoy yo, yo, que no tengo nada que ver con esto, ni con la gente de Hogwarts, no me gustan las aglomeraciones, no me gusta sentir miradas encima mío todo el tiempo, no me gusta fallar, no me gusta decepcionar, pero tampoco me gusta sentirme débil, y aquí, sola, es como más me siento. Solo quiero lanzar Crucios a todo el mundo y acabar con esto ya. Y no, tampoco encajo con tus amigos o con cualquier otro Slytherin, ni mucho menos con cualquier otra persona que pueda encontrarme aquí, y ni ellos, ni los Slytherin, ni tus amiguitos, me quieren a mí, solo hace falta mirarlos fijamente a los ojos dos segundos para darse cuenta.
Le miro a los ojos con desesperación.
–Eso es mentira, te estás cerrando otra vez. –Me contesta, en sus ojos podía ver el desánimo.
–Ni siquiera yo me aguanto, no voy a hacer que lo hagas tu. No voy a obligarte a hacerlo. –Le digo convencida.
–No me vas a obligar porque no va a hacer falta. Quiero hacerlo yo. –Me asegura.
Después de unos segundos digo –Necesito irme a mi habitación a descansar, si sigo pensando en esto, los dos sabemos qué podría pasar. –Respondo finalmente dirigiéndome a la puerta.
–Buenas noches Black. –Se despidió desde los pies de su cama.
–Que descanses Malfoy. –Seguidamente cierro la puerta de su habitación.
(...)
Estuve toda la noche llorando.
Me despierto, me arden los ojos, creo que voy a cambiar mi forma de ver las cosas.
Bajo por las escaleras y está Adrián Pucey sentado en uno de los sillones. Levanta la cabeza para mirarme y vuelve a bajarla.
–Están en el Gran Comedor esperándote. –Me dice.
–Gracias. –Respondo.
No tengo muchas ganas de ir con ellos, pero Draco me lo ordenó.
Voy a intentar acercarme a ellos, es la única salida que tengo.
–Amm... hola chicos. –Saludo a los chicos que estaban sentados en el Gran Comedor.
– ¡Daila! Por fin llegas, te estábamos esperando para comer y Pansy se moría de hambre. –Me dice Tom.
–Si, y créeme, es muy pesada cuando tiene hambre. –Asegura Astoria.
–No hacía falta que me esperaseis, pero gracias.
–No sabíamos si te iba a gustar, pero te hemos guardado un trozo de pastel de calabaza que quedaba.
–Gracias Blaise, nunca lo he probado.
Blaise saca un trozo de tarta, tenía buena pinta. Cuando me lo van a dar, pasa Goyle detrás de mí y se lo arrebata de las manos, no tarda mucho en comérselo.
–Era mío Goyle. –Le espeto con una pizca de enfado.
–Oh, ¿quieres? –Me contesta con una sonrisa mientras abre la boca.
Ruedo los ojos.
Inútil.
En la mesa, había algunos que estaba por comérselo. Mattheo pone su trozo en mi plato.
– ¿Qué haces? Es tuyo. –Le pregunto sorprendida.
–No me gusta.
–Mattheo, ni siquiera lo has probado.
–Da igual, no me apetece Daila.
Le notaba raro.
–Gracias. –Me responde con un levantamiento de hombros. Y se cruza de brazos.
El desayuno estuvo muy bien.
Hablamos mucho y me abrí más de lo que esperaba. Al principio estaba muy callada pero después empecé a hablar y soltarme un poco más.
Mattheo estaba medio raro y no conversaba mucho, me fijé en él porqué lo notaba con un ápice de tristeza o pena. Estaba muy metido en sus pensamientos mirando a la mesa fijamente, y yo, estaba mirándole a los ojos muy fijamente también, perdida en mis pensamientos. Cuando de repente se levanta.
Se iba a ir, pero como yo le seguía con la mirada, cuando pasó detrás mía para irse, me susurró al oído.
–Deja de mirarme tanto, se darán cuenta de lo loca que estas por mí.
Cuando estaba dispuesto a irse, le agarré del brazo y le acerqué hacia mí.
–No tienes ni idea de cuánto te deseo. –Estábamos muy cerca el uno del otro, me miró, supongo que para ver si hablaba en serio. No me conoce.
Le miro como una gatita sumisa.
Cuando se da cuenta de que estoy bromeando, se ríe ladeando la cabeza y me da un beso en la mejilla en forma de despido.
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🪐Lo que nunca te diría🪐[Mattheo Riddle]
Fiksi PenggemarDaila Black es una mortífaga muy solitaria pero que le gusta mucho jugar con fuego. Esta vez, se encontrará con un pirómano de apellido Riddle, que le hará estallar el volcán más grande e inimaginable que Daila haya experimentado jamás.