Capítulo 2

456 85 371
                                    

"No hay prisión en ningún mundo en el que el Amor no pueda forzar la entrada."

                                                           —Oscar Wilde.
________________________________

Escucho un poco de bullicio a lo lejos, pero no logro identificar de dónde viene. El viento juega con mi pelo suelto, y aunque me siento eufórica, también estoy un poco cansada. Quizás la culpa la tenga este vaso transparente que sostengo en mi mano. No tengo idea de qué hay dentro, pero tiene tres colores distintos. Siento cómo una fresca sensación recorre mi piel y me abrazo instintivamente. Cuando miro hacia abajo, me doy cuenta de que solo llevo puesto un bikini negro, y un pantalón corto.

Echo un vistazo a mi alrededor y parece que estoy en algún jardín. Intento dar unas tres vueltas para encontrar una salida, pero esto se siente como un maldito laberinto. De repente, escucho risas detrás de mí, lo que me saca de quicio. Al girarme para ver quién se está riendo, me doy cuenta de que mi visión está completamente borrosa, así que lo que veo son dos figuras borrosas que parecen estar pasándoselo bien.

— ¿Qué? — pregunto, visiblemente molesta.

— La salida está por allá. — responde uno de ellos, señalando la supuesta dirección que debo seguir.

— ¡Ya lo sé! — exclamo, aún más molesta. — ¿No ves que ya me dirijo en esa dirección?

— Por supuesto, eso lo había notado — responde en un tono divertido.

— ¡ARGH! — suspiro con frustración.

Sintiendo un ligero mareo y una vergüenza que casi me hace querer desaparecer, cruzo los dedos y pido en silencio que un rayo me golpee en ese mismo instante y me saque de este aprieto. ¡Qué ridícula he sido, dando vueltas en círculos como si estuviera protagonizando una comedia romántica! Seguro que he ofrecido un buen espectáculo para todos los presentes. Intento sacudirme la vergüenza con un movimiento de cabeza y decido dejar atrás este momento incómodo, caminando con paso firme y una sonrisa forzada.

— ¡Gracias! — gritan a mis espaldas.

Levanto la mano desocupada y hago un gesto indiferente hacia lo desconocido mientras sigo caminando. Pronto me encuentro frente a una casa gigante tiene cuatro pisos y su fachada forma una especie de L. La mezcla de estilo moderno con toques rústicos le da un rollo súper cool. La casa parece estar hecha casi toda de vidrio, Las paredes y puertas de madera oscura le dan un aire súper chic.

Desde lejos se nota que es una casa muy cara y que sus dueños son gente pija. Entro en la vivienda y hay otro pequeño jardín que da a una enorme piscina de forma rectangular, donde hay gente nadando y jugando con una pelota. El sonido está al máximo volumen, con alguna música de moda. Miro por todas partes en busca de algún conocido, pero no encuentro a nadie. A pocos metros hay una multitud de gente y trato de acercarme a ellos. Estoy a solo unos pasos de alcanzar mi meta cuando escucho la voz de Louise llamándome

— ¡Ellie! — grita Louise, y miro por todas partes tratando de encontrarla, pero no la veo en ningún lado.

— ¡Louise! — respondo, sintiendo que me empujan de un lado a otro.

— ¡Ellie, despierta ya! —escucho, y siento un pellizco en el brazo.

— ¡Ay! —grito y caigo de la cama. — ¿Por qué demonios me pellizcaste? — digo enfadada, mientras froto el lugar adolorido.

— ¡Tía que te estoy llamando desde la era de los dinosaurios! —dice aburrida, mientras rueda los ojos—. Y tú ni te inmutaste. Si no fue por las buenas entonces por las malas. —responde entre risas.

Meses a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora