Meses a tu lado

Capítulo 18

"No podría irme, aunque quisiera, porque hay algo que me ata a ti, desde la primera vez que nos tocamos."

—Ellie
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Ellie

Nos encontramos en el campo de girasoles, y todavía no puedo creer que esto esté pasando. Es surrealista, como si estuviera en un sueño del que no quiero despertar. Nunca habría imaginado a Sven haciendo algo así, y sin embargo, aquí estamos. Siento que mi corazón está a punto de salirse del pecho, latiendo tan rápido que parece imposible. Ya he perdido la cuenta de cuántos besos nos hemos dado, pero de repente, él se aparta de mí y empieza a buscar algo detrás del árbol más cercano.

Bajo unas hojas secas, saca una bolsa marrón, cuadrada y bastante grande. La observo con curiosidad, sin saber qué esperar. Lo primero que saca es una pequeña paleta, después varios botes de pintura. Mi respiración se acelera un poco más al ver que finalmente saca un enorme lienzo en blanco.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunto, medio riéndome, medio intrigada.

— Ya lo verás —me responde, con esa mirada misteriosa que siempre tiene, como si supiera algo que yo no.

Me quedo sentada, viendo cómo lo organiza todo, y aunque no entiendo muy bien lo que tiene en mente, no puedo evitar sonreír. No tengo ni idea de lo que está a punto de hacer, pero si algo he aprendido de Sven es que siempre sabe cómo sorprenderme. Y de alguna manera, esa mezcla de misterio y espontaneidad es lo que me tiene tan atrapada.

— Estás bromeando —le digo, completamente sorprendida.

— No —responde, y veo cómo la comisura de su boca se levanta, transformándose en esa sonrisa que, aunque sutil, me derrite por completo.

Sven empieza a montar el caballete con una facilidad que me deja claro que esto no es la primera vez que lo hace. Y, de repente, me acuerdo de lo que me había dicho antes sobre su pasión por el arte. Es una locura, ¿cómo es posible que un tipo como él, que parece tan rudo y reservado, esté tan conectado con algo tan delicado como la pintura? No puedo creer que me vaya a pintar aquí, en medio de este campo de girasoles, y justo ahora.

Miro lo que llevo puesto y me entra un ataque de inseguridad. Llevo un suéter color arena que deja mis hombros al aire y unos pantalones que eran blancos... bueno, antes de haberme comido todo como si hubiera estado en ayuno durante cien años. En mi defensa, no había terminado de comer cuando Sven me arrastró hasta aquí, y después de todo el caos del baño... pues claro que tenía hambre.

Él me mira de reojo mientras termina de preparar todo y siento un pequeño nudo en el estómago, ¿cómo es que siempre consigue descolocarme con tan poco?

— ¿En qué piensas tanto? —pregunta Sven, notando mi repentino silencio.

— Eh, no sé si estoy vestida apropiadamente —respondo, mirando mis pantalones.

— Ellie, es solo una pintura. No pasa nada, en serio.

Pongo los ojos en blanco mientras abro mi bolso y empiezo a buscar un espejo entre un mar de libros. Hoy ha sido de esos días en los que no te apetece hacer nada, y ya sabes, ¿no hay una regla de que los chicos deberían avisarnos con más tiempo antes de salir? O sea, me piden que venga y, ¡zas!, el mismo día estoy aquí. ¡No estaba preparada para esto! Mi outfit lo grita a voces, y para rematar, tengo un trozo de mango en la comisura de la boca; vamos, un auténtico desastre andante.

De repente, encuentro un polvo rosa que parece estar en mi bolso desde tiempos inmemoriales. Debe haber sobrevivido a una de esas clases de maquillaje tortuosas que, por cierto, no necesito mencionar quién me las daba. En este momento, le estoy rezando a Ise por ser tan pesada y enseñarme a ponerme colorete sin parecer una payasa... o eso espero, porque es la primera vez que voy a poner en práctica sus 'sabias' enseñanzas. Con un poco de suerte, lograré que este pintalabios que me encuentro se parezca a mis labios y no a una pista de aterrizaje. Además, doy un par de pasadas de mano a mis mechones, que parecen haber pasado por una batalla. ¡Genial!