Capítulo 11

163 50 209
                                    

(2/3)

____________________________________

"Y si yo te muestro mi lado oscuro
¿Me abrazarás esta noche todavía?
Y si te abro mi corazón
Y te enseño mi lado débil
¿Qué harías tú?"

—Pink Floyd
____________________________________

Sven

Nos quedamos unos minutos perdidos en nuestros propios pensamientos. Miro hacia la fuente por donde la chica pasó hace un rato.

—No te imaginas con quién me topé cuando entré aquí —digo con desdén, mientras expulso el humo de la boca.

—¿Quién? —pregunta Tom, intrigado.

—Matthew —respondo, soltando su nombre con un poco de asco.

—¿Aquí? —dice, sorprendido—. No puedo con ese tipo desde el de... —se corta y queda en silencio, siento que me clava la mirada.

—Desde el día que casi me palmo por una sobredosis —digo, con un sabor amargo en la boca.

—Sí... —responde con un suspiro, pasándose la mano por la cara—. Ese día fue una auténtica mierda que ni sé cómo describir. Cuando te vi en ese estado, tirado en el suelo del baño —veo cómo su expresión se vuelve más triste.

—Uhm —digo, intentando cambiar de tema porque no quiero volver a ese evento doloroso.

—¿Te vendió algo? —me pregunta con una mirada de reproche.

—Qué va.

—Sí o no —dice, con seriedad.

—No, claro que no —respondo, sintiéndome como un niño de cinco años al que pillan haciendo una trastada.

—Si busco en tus bolsillos, ¿no encontraré nada? —me pregunta, aún desconfiado.

—He dicho que no —respondo, impaciente por su insistencia—. ¿Ellie todavía sigue en el instituto? —pregunto, intentando cambiar de tema.

—¿Ellie? —dice con diversión, y veo cómo su mirada se vuelve traviesa—. Claro, es la chica de la que siempre hablas —lo dice como si fuera obvio.

—Yo no ando hablando de nadie —digo rápido, mientras le doy una calada al cigarro.

—Te gusta —dice, sonriendo ampliamente.

—¿Qué? —respondo, sorprendido—. No es mi tipo —añado, con un tono casual.

—Ninguna mujer es tu tipo —dice, poniendo los ojos en blanco—. Yo hasta pensé que eras gay.

—¿Qué? —digo, con incredulidad—. No lo soy —le digo, mirándolo. —No tengo nada en contra de los que son homosexuales, pero eso no es lo mío —le digo, encogiéndome de hombros.

De pronto, me invade una crisis de risa que me hace sentir ligero. Miro a mi amigo, que me observa sin entender mi reacción, y me doy cuenta de que, a veces, las tonterías también pueden ser liberadoras. Mientras me río, me siento como si el peso del mundo se hubiera aligerado un poco, y me pregunto si, a veces, reírse de las cosas más absurdas es justo lo que necesitamos para respirar con más tranquilidad.

—Hm... eres tan complicado —dice, un poco distante—. Bueno, creo que tengo que decirle a Dante que no eres gay —añade con naturalidad.

—Espera, ¿fuiste tú? —pregunto, confundido, y me pongo frente a él—. ¿Por qué le dijiste a Dante que soy gay?

Meses a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora