"Ojalá te encuentre por aquí,
en alguna calle del sueño.
Es una gran alegría ésta de aprisionarte
con mis párpados al dormir."—Jaime Sabines
________________________________
Ellie
— ¿Te gusta? —me pregunta Sven a mis espaldas.
— Sí, está de lujo— respondo emocionada.
— ¿Tengo que ponerme celoso de una pintura? —me dice, levantando una ceja.
— No digas tonterías —sonrío, me pongo de puntillas y le doy un beso rápido en la comisura de los labios.
— Bien —dice, divertido.
Siento cómo toma mi mano con delicadeza y la coloca sobre una pequeña firma en la tela que dice P.S.
— ¿Qué es? —pregunto, confusa.
— ¿Qué crees? —responde, poniendo los ojos en blanco y señalándose a sí mismo.
— ¿Bromeas? —digo, incrédula.
— ¿Qué? ¿Crees que no soy capaz de pintar esto? —sonríe, acercándose peligrosamente a mi boca.
— No es eso... solo que me ha sorprendido, no sabía que pintabas —admito, aún en shock al ver las iniciales de su nombre en el lienzo. — Quiero que me pintes algún día —añado, mirándole.
— Cuando quieras, yo encantado —responde, metiendo un mechón de pelo detrás de mi oreja. — Pero el día que eso pase, quiero que lleves esos mismos pantalones... son demasiado atractivos —añade con una sonrisa pícara.
— Eres un maldito depravado —le digo, riendo.
— Vamos, subamos —dice, tomando mi mano con un guiño.
Observo la escalera con horror, completamente oxidada, y me da miedo que se derrumbe mientras subimos.
— No me voy a subir a eso —digo, caminando en dirección opuesta.
— ¿Y cómo pretendes subir, genia? —responde con una sonrisa sarcástica.
— Sven, ni siquiera deberíamos estar aquí, y esto no debería usarse ni para una película de terror —digo, señalando la escalera.
— ¿No me digas que tienes miedo?
— No tengo mied...
— Cobarde —interrumpe, alzando una ceja.
— Idiota —le digo, molesta—. Entonces sube tú primero.
— Tú primero.
— ¡¿No me digas que tienes miedo?! —digo, cruzándome de brazos y tratando de mantenerme firme.
— No me malinterpretes, no tengo miedo. Solo pienso que, si subo detrás de ti, tendré una vista espectacular —responde, sus ojos recorriendo mis pantalones de manera descarada.
— Maldito pervertido.
— Vamos, piensa en el lado positivo: si te caes, seré tu caballero en armadura brillante y estaré aquí abajo para atraparte —dice, levantando y bajando las cejas con picardía.
— Eso no tiene ni un lado positivo, imbécil.
— Auch... qué cruel eres —responde, haciendo un puchero. Bajo la mirada a su boca, que he deseado besar desde la primera vez que la vi.
ESTÁS LEYENDO
Meses a tu lado
Teen FictionEn el pequeño pueblo de Río Verde, donde la brisa suave acaricia las copas de los árboles y el murmullo del río se mezcla con los secretos de sus habitantes, la vida sigue su curso entre risas y susurros. Pero detrás de esa fachada tranquila, hay un...