- Bien. Eso es todo señor Weasley -dijo el doctor Peterson con una gran sonrisa -. La herida ha cicatrizado muy bien. Temí que se hubiera infectado por el clima, pero afortunadamente no fue así. ¡Sin dudas su esposa lo cuido bien!
Tanto Ron como Hermione se ruborizaron ante las palabras del doctor.
- Al parecer su columna vertebral está en perfecto estado -prosiguió el hombre, ignorando las reacciones de ellos -. Aunque puede que se presente un dolor mínimo por unos días, pero después irán desapareciendo. De todas formas le recetaré unas pastillas por si se presenta el dolor -el médico anotó la prescripción y se la dio a Hermione.
- Gracias -respondió la castaña.
- Nos vemos doctor -se despidió Ron, levantándose. Hermione y el doctor Peterson también se levantaron.
- No dudes en darte una vuelta si te sientes mal -sonrió el médico, estrechándole la mano al pelirrojo y después a la castaña.
Y tras volver a despedirse, ambos salieron del consultorio del doctor. Rose sonrió cuando vio a sus padres salir. De un salto se bajó de la silla de la sala de espera y corrió hacia ellos.
- ¿Ya nos vamos? -les preguntó.
- Si -asintieron los dos al mismo tiempo.
- Andando -le dijo Ron tomando de la mano a la pequeña.
- ¿Iremos a "Sortilegios..."? -preguntó Rose tomando la mano de su madre.
- Sip. Una pequeña vuelta -contestó Ron con una gran sonrisa.
Al salir del hospital, el frío aire de Londres los envolvió provocándoles un ligero estremecimiento. Con paso rápido, los tres se dirigieron hacia la camioneta de Ron, que había sido estacionada a una calle del hospital.
- ¿Compraremos ya los regalos de navidad? -preguntó la pequeña pelirroja dando saltitos al caminar.
- ¿No crees que es muy pronto para eso? -preguntó Ron sonriendo - Además, sería más divertido ir de compras en Australia.
- Mamá y yo siempre hacemos las compras juntas. Y con la tía Luna -añadió Rose vagamente. Ron sonrió con nostalgia, recordando viejas navidades en las que Hermione, Harry, Ginny y él iban juntos a comprar los regalos de navidad.
Cuando llegaron ante la camioneta gris de Ron, el pelirrojo se detuvo en la puerta del conductor, impidiéndole el paso a Hermione.
- Creó que ya me toca conducir a mí -dijo Ron extendiendo su mano derecha.
- ¿Estás seguro? -dudó Hermione mirándolo fijamente.
- ¡Completamente! -aseguró Ron sonriendo - Mis piernas funcionan bien. Ya caminé desde el hospital hasta aquí...
- Está bien -le cortó Hermione sonriendo, ante los gestos un tanto infantiles de Ron -Toma.
- Gracias -el pelirrojo cogió las llaves de su tan apreciada camioneta y rodeó hasta la puerta del copiloto - Primero las damas.
Hermione rió por la ocurrencia de Ron.
- ¿Y yo qué? -protestó Rose fingiendo un puchero.
- ¡Ah, perdón, perdón! Y las princesas hermosas también -añadió Ron guiñándole un ojo a su hija.
Rose corrió hasta el lado donde su padre se encontraba. Cuando el ojiazul abrió la puerta trasera Rose entró de un salto. Y mientras Hermione subía en el asiento del copiloto Ron abrochaba el cinturón de seguridad de la pequeña.
- Pronto -susurró Ron de una forma enigmática. Rose lo miró fijamente esperando que su padre dijera algo más.
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Un amor para siempre (Romione)
RomancePrólogo. La lluvia golpeaba contra la ventana, de vez en cuando se oía un trueno a la distancia. El cielo estaba nublado, era imposible ver las estrellas, tan solo se veían las nubes grises. Pasaban ya de las once de la noche y Hermione Granger se e...