El recuerdo atrás del corazón.

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Desde que Hermione había hablado con Harry y Ginny se sentía cada vez más culpable. Por cinco años había ocultado la existencia de Rose a los Weasley y eso era algo de lo que estaba segura no le perdonarían. También se sentía culpable con Luna, y esperaba que Fred entendiera y no se molestara con la rubia.

-Mamá -dijo la pelirroja llamando a su madre -. Llegaré tarde al colegio.

-Ya voy Rosie -dijo Hermione mientras agarraba las llaves de la casa y del auto.

-Mamá, ¿los abuelos se han ido ya? -preguntó la pequeña mientras se colgaba la pequeña mochila a la espalda.

-Sí, Rosie. Se han ido muy temprano -informó Hermione con una sonrisa. La niña sonrió y luego salió para subirse al auto de su madre.

-Bien, ¿te has puesto el cinturón? -preguntó Hermione asegurándose de que todo estuviera bien.

-Sí, mamá -respondió la pequeña con una sonrisa.

El camino de la casa al colegio de la pequeña se estaba haciendo realmente rápido. Hermione escuchaba con atención las cosas que su hija decía.  Hermione paró ante el semáforo rojo y la pelirroja se calló mirando por la ventana.

-Mami, ¿con quién fuiste a hablar el otro día? -preguntó la pelirroja mirándola.

Hermione volteó a ver  a su hija. Se sorprendió de que le hiciera esa pregunta, aunque sabía que su hija la haría. Pero como ya habían pasado varios días pensó que se le había olvidado.

-Con una persona muy importante -contestó Hermione poniendo el auto nuevamente en marcha.

-¿Por qué es muy importante? -inquirió la ojiazul. Hermione se quedo unos segundos en silencio. ¿Qué iba a contestarle? ¿Qué era importante porque era su padre?

-Hablaremos de esto luego, Rosie -dijo finalmente tratando de salir del apuro.

-¿Por qué? -cuestionó la niña.

-Porque estamos por llegar al colegio -contestó Hermione mirándola de reojo.

-¡Oh! Está bien -se lamentó la niña, Hermione rió y miró a su hija.

Cinco minutos después habían llegado al colegio donde Rose estudiaba. Hermione se bajó junto con su hija y se detuvieron en la entrada.

-Te prometo que pronto hablaremos de esto -aseguró Hermione agachándose a la altura de la niña.

-Lo has prometido, mamá -advirtió la niña con una sonrisa -. Tendrás que cumplirlo.

-Lo sé, cielo -Hermione le dio un beso en la frente a su hija -. Y lo haré. Ahora tienes que entrar.

-No vemos, mami -se despidió la niña y entró corriendo. Hermione la miró por unos segundos más y luego se subió  a su auto para ir a su trabajo.

Su cabello no podía estar más revuelto. Había perdido la cuenta de cuantas veces se había pasado las manos por su pelirrojo cabello. Se sentó en la cama. Desde la llamada de su padre no podía estar tranquilo. Agradecía al cielo que los empresarios se habían decidido finalmente y podría regresar antes del tiempo estimado. Con un suspiro frustrado se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño.

En dos horas tendría la última junta con los empresarios y después estaría libre para volver. Por fin sus dudas serian aclaradas, aceptaría lo que Hermione dijera. Tenía que cumplir con lo que siempre había dicho; si Hermione era feliz, entonces el sería feliz, aún sin ella.

Abrió el grifo del agua y espero a que estuviera a temperatura. Estaba seguro de que su vida iba a cambiar, algo se lo decía. Pero no sabía lo que era.

Un amor para siempre (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora