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TaeHyung

Debo admitir que tuve tanto miedo cuando dejé mi destino en manos de esos hombres, JungKook ha repetido que ellos nunca me mentirían, pero sé que mi tío es listo y escurridizo, podría haberles pagado mucho más dinero del que yo les di y hacer que me envíen una foto falsa.

Por eso, el día que huimos de Japón; la señora Boksun me vistió con un largo vestido blanco, colocó un sombrero también blanco sobre mis largos cabellos castaños y cubrió mi rostro con una tela transparente, mientras que Kutan maquilló mi rostro para disimular mis rasgos. Nadie podría decir que soy un doncel, yo tampoco podría olvidar nunca el rostro de JungKook al mirarme de esa manera.

Se puso tan rojo como una dulce cereza.

Yo sabía qué si mi tío estaba vivo, estaría buscándome en las fronteras, posiblemente el idiota del falso conde le diría que estábamos en Japón por lo que nos apresuramos en huir de ahí. JungKook lloró en el avión pidiendo regresar a Corea, por supuesto que no podríamos regresar por ello habíamos escogido China para vivir por un tiempo, es un país grande con millones de habitantes, les sería muy difícil encontrarnos ahí. Podríamos mezclarnos entre las personas y con el tiempo aprenderíamos el idioma, sólo necesitábamos irnos lejos de esas personas.

JungKook me mira y sonríe cuando entro a la habitación, él está doblando la ropa sobre una de las cómodas y se detiene en cuanto me acerco lentamente y me siento al filo de la cama.

—¿Por qué no me llamaste para ir a ayudarte a subir a la habitación? —Me reprocha, pero niego con la cabeza, él siempre está preocupado por mí.

—Sólo es un piso, JungKookie. Aun puedo caminar—. Le digo colocando una mano en mi vientre, apenas tengo catorce semanas, pero mi vientre ha crecido muchísimo.

Ah, cierto no te lo dije. Estamos esperando un bebé. Estamos felizmente embarazados.

—De todas maneras, debes llamarme siempre. Sabes que puedo ayudarte, TaeTae—. Se acerca a mí y besa mi frente, sus ojos viajan rápidamente a mi vientre hinchado y veo como su sonrisa se extiende por todo su rostro. —Estas bellísimo, mi yūgen. Siempre estas bellísimo.

Río ante su halago y me extiendo hacia atrás, él se ha sentado a mi lado y con su brazo izquierdo me sostiene. —¿Cómo dices eso, bobo? Estoy super grande, no creí que subiría tanto de peso. —Me quejo y antes que él pueda responder, alguien llama a la campanilla de la casa, ambos nos quedamos en silencio, mirándonos con preocupación.

—Quédate aquí, bebé. Iré a ver quién es. —Me dice poniéndose de pie para salir de la habitación y cruzar la sala, yo lo sigo en silencio intentando no llamar su atención. Y aunque me ha dado una mirada desaprobatoria, le digo en silencio que de todas lo acompañaré.

No permitiría que vaya sólo, han pasado casi cinco años desde que huimos de Japón y nadie de Corea nos ha contactado, ni siquiera Sasaki y sé que es muy probable que mi tío haya muerto aquel día, aun así, no puedo evitar sentir miedo de tan sólo pensar en ellos.

—TaeTae, por favor quédate ahí, no te acerques—. JungKook insiste en susurros y me obliga a mantenerme lejos de la puerta.

Oigo unas voces preguntar por mí y él niega mi persona, lo escucho a la defensiva, pero duda luego de unos segundos. «Si logro contactarme con él, se lo diré oficial», dice en voz alta y cierra la puerta de un golpe después de despedirse.

—¿Qué sucede? —Le pregunto y él me muestra un sobre amarillo. —¿Qué es eso?

JungKook se muestra serio mientras camina hacia mí para luego tomarme de la mano y hacerme sentar en uno de los sillones de la sala, abre el sobre y extiende la carta para darle una leída rápida. —Es un escrito de tu criada, TaeTae. La señora Sasaki ha muerto y ha dejado esta carta para ti...

El Doncel ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora