Capítulo 7.

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Toda persona tiene una niñez diferente, una muy buena o una muy mala, que nos podrá marcar en un futuro, como no podrá hacerlo. Para construir un niño sano mentalmente tienes que evitar los malos tratos; insultos o golpes, de igual manera llevarlos con un psicólogo, pero muchos padres no hacen esto. Las familias se crean con una base y si la base es mala desdé el primer momento, algún día todo se derrumbará como un edificio con malas columnas.

En su caso, él fue un niño risueño y amable, que irradiaba tanta inocencia, la cual lastimosamente fue arrebatada con los años. Su madre siempre quiso una niña que siguiera sus pasos, no un varón. Al principio lo trato lo mejor que pudo, pero cuando comenzó hartarse de vivir una vida que nunca estuvo dispuesto a tener, simplemente decidió alejarse y dejarlo a la suerte con su padre por unos tres años.

En ese tiempo pasaron muchas cosas, mientras que ella seguía su vida sin pensar en su hijo, Park Ji Sung tuvo que cancelar a varios pacientes hasta que encontró una niñera que cuidara a su hijo y sobrino, ya que para su suerte, su hermana se fue con un millonario, prometiendo mandar dinero para que le criara al niño. La niñera no duro mucho, JiMin lloraba todos los días pidiendo ver a su mamá y YoonGi lo acompañaba derramando lágrimas silenciosas, dejándolos solos en una tarde fría de invierno.

La ansiedad consumió al mayor de los dos pequeños, haciéndolo entrar varias veces en crisis y recurrir a la comida por algún tipo de desfogue, lo que lo terminó convirtiendo en alguien obeso para su corta edad. El bullying no demoró en llegar y de esa manera vivió hasta terminar la primaría. Aprendiendo a vivir con sus propios demonios, sin nadie que estuviera para el aparté de su primo y padre que llegaba hasta muy tarde después de sus dos turnos de trabajo.

Cuando tuvo que ingresar a secundaria, su madre regresó creándole más inseguridades sobre su cuerpo, siempre con esos comentarios tan desatinados y crueles para alguien tan inestable como él. Pasando de ser el gordito de la clase, al niño con anemia que se mareaba constantemente y se rumoreaba había intentado suicidarse más veces de los que podías contar con una mano. No era del todo mentira, pero eso nadie tenía que saberlo.

Park se esmeró en ser mejor persona para el segundo año en la escuela, regresando completamente renovado. Se tiño el pelo castaño, bajo de peso, cambió su forma de vestir a una más holgada y sobre todo, cambió de salón, conociendo a quién iba a ser su mejor amigo por muchos años, así como también al que sería su crush y luego enamorado cuando menos lo esperó.

Después de años y más años, la realidad era que nadie nunca supo quién era el verdadero Park JiMin, porque nadie sabía que habían días dónde no dormía, nadie sabía que por dos años se cortó buscando reemplazar un dolor con otro dolor y nadie, en la actualidad, sabía lo muy traicionado que se sentía por dos personas a las que les tenía que ver la cara cinco veces por semana. Porque incluso, aunque todos lo creyeran el perfecto, su tercer año de secundaria tuvo que ser sobornado para llegar a pasarlo. Porque vivía en una constante agonía con la ansiedad siguiéndolo, lo que era irónico, ya que tenía un padre psicólogo y podría notarlo, pero él siempre fue un buen mentiroso y gran tonto que se guardaba todo para sí.

Llegando tarde a un nuevo día de clases, el castaño fue recibido por la fea cara molesta de la profesora de matemáticas, quién lo miraba decepcionada y él podía entenderlo. Su madre lo miraba de la misma forma, esa imagen tan perturbadora que lo seguía hasta en sus sueños.

Ello lo dejo pasar y sentarse, para luego entregarle el último examen que dieron, diciendo su nota en voz alta para que todos escucharan. Según porque el joven estudiante tenía que ponerse a las pilas, por lo que debía aprender una lección que ella misma le daría.

JiMin solo se sintió inútil e inservible, escuchando las risas de sus compañeros de fondo mientras se le formaba un nudo en la garganta.

- ¿Ustedes ven esto chicos? ¿Pueden observar lo mismo que yo? Este es el claro ejemplo de una persona que no estudió y ahora se está lamentando por ser un maldito holgazán - Declaró, separando la última palabra en silabas - Ustedes vienen aquí a aprender, no para besarse con el amiguito. Claramente Park no entiende esto, pero bah, ¿Qué les puedo decir? Muy seguramente su cabeza estaba demasiado ocupada en pensar lo que hizo mal para que el novio lo cambiara tan rápido, como para que le entren unos cuantos problemas matemáticos - Soltó con veneno, viendo a su alumno temblar en espasmos y mirarla con los ojos llorosos.

No le importó, se dio la vuelta y comenzó a dictar la clase, escuchando como todavía algunos alumnos se burlaban en murmullos de lo que acababa de suceder.

- Es que es un inútil, por eso su mamá lo abandonó y JungKook lo dejó - Comentó alguien a sus espaldas, sin importarle ser escuchada.

Para el castaño todo eso resultó un detonante para él, estallando la bomba de tiempo que tenía guardada desde la vez que su mamá se enteró de sus faltas en el colegio y lo llamó para destruir la poca estabilidad que aún quedaba en él. Una de sus manos se dirigió a su cabello jalándolo y la otra a su pecho para comenzar a golpearse al no entrar aire.

Se desesperó al no conseguir nada, teniendo que estirar su brazo y buscar apoyo en su compañero del costado, quién era TaeHyung. Lo miró preocupado, sin entender porque de pronto su rostro estaba lleno de lágrimas y parecía pedir ayuda sin hablar.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - Pregunto tontamente sin saber qué hacer.

- N-no... No puedo respirar - Pudo formular luego de segundos, hiperventilando.

TaeHyung se quedó congelado, mirando como más lágrimas salían de sus ojos rojos e hinchados, parándose en un intento de salir para encontrar el aire que le faltaba. Lo quiso tomar del brazo para detenerlo, pero antes de hacerlo JiMin se desplomó en el suelo perdiendo la conciencia. Su cuerpo y mente se habían sobre esforzado más de lo debido. No había dormido e ingerido desde hace dos días, discutió con su padre una noche antes, soportó a su madre llamándolo todas las mañanas para ir si o si al colegio y cada paso que daba parecía ser seguido por un azabache que llevaba a su nuevo trofeo junto a el.

Definitivamente todo le estaba pagando factura.

La profesora volteó por el escándalo que se armó y solo en ése momento la culpabilidad en su espalda se montó, observando como uno de sus alumnos más aplicados estaba desmayado, solo porque le parecía que el señorito perfecto no podía tener ninguna falla y si la tenía, sería crucificado como el peor pecador.

Pidió a sus alumnos calmarse, exigiendo algún voluntario para llevárselo a la enfermería. TaeHyung quiso hacerlo, pero se encontraba llorando mientras tenía las manos temblando en silenció por su amigo, así que JungKook se levantó luego de estar en una clase de shock, cargándolo a estilo princesa.

Bajó las escaleras hasta el primer piso, llevándolo a la enfermería, la adrenalina de llegar lo más rápido posible lo estaba consumiendo, tenía miedo de que ese desmayo sea algo grave, temía que la persona que estaba cargando y amaba, los hubiera dejado. Estaba exagerando, pero tenía mucho miedo y aunque tal vez no tuviera nada que ver, sentía que todo lo que estaba pasando era su culpa. Si ahora se burlaban de el por ser "el cornudo" era totalmente su culpa.

Lo sabía y ya no había forma de dar marcha atrás.

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