028: gracias

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Chan había estado sentado en su camioneta durante los últimos veinte minutos, rondando a la vuelta de la esquina por la casa de Minho. Jugueteó con los botones de la camisa que Miyeon le había dado después de que le contó cuáles eran sus planes después del juego que afortunadamente habían ganado. Ella se había estado preocupando por él y su comportamiento extraño, pensando que era su lesión, reprendiéndose a sí misma por dejarlo jugar, cuando Chan lo soltó todo.

Ella se detuvo, respiró hondo y lo abrazó. Le dijo lo bueno que era que se estuviera reconectando con su amigo y que sus preferencias no cambiarían nada entre él y ella. Chan se sintió más ligero en ese momento, pero desafortunadamente no duró mucho. Después estaba siendo interrogado acerca de lo que planeaba usar y si debía o no llevar un regalo para la cena, olvidando por completo lo intensas que podían ser las mamás cuando se trataba de sus hijos, aunque él no era su hijo, cosa que tenía que recordarse de vez en cuando.

Chan miró hacia la pequeña caja de pastelería que descansaba a salvo en el asiento del copiloto y suspiró, había perdido la discusión y se detuvo en la pequeña tienda de postres después de salir de la casa. Puso la camioneta en marcha, su mano sacudiéndose todo el camino sobre la palanca de cambio de velocidades. «Dios, ¿por qué estoy tan nervioso? He estado ahí un millón de veces y conozco a sus padres como si fueran los míos». Se gruñó a sí mismo y maniobró el vehículo a la vuelta de la esquina hacia la entrada de Minho, girando las llaves de vuelta hacia él, apagando la camioneta y apretando sus puños antes de agarrar la frágil caja y salir de la camioneta.

Intentó evitar que su corazón explotara fuera en su pecho, pero entre más pasos daba, su respiración más se restringía, como si alguien tuviera una mano envuelta alrededor de este y estuviera apretándolo, amenazando con sacarlo de su pecho. Tosió y jadeó un poco, tragando y componiéndose una última vez antes de levantar su puño para golpear ligeramente la puerta,  la cual rápidamente se abrió, revelando a un Minho que lucía aliviado.

── Pensé que no ibas a venir. ──dijo suavemente, mirando hacia abajo y tirando de una cuerda suelta inexistente en el dobladillo de su camisa.

Los nervios de Chan se disiparon de inmediato, el único pensamiento en su cabeza que quedó siendo lo mucho más nervioso que debería de estar Minho, ya que lo había hecho esperar sin avisarle que llegaría tarde. Chan dio un paso adelante y lo jaló en un fuerte abrazo, envolviendo ambos brazos alrededor de él, cerrando los ojos cuando sintió a los brazos de Minho rodear su cintura.

── Estoy aquí.

── Obviamente. ──replicó Minho, su humor normal filtrándose de vuelta en su voz, calmando a Chan de una manera indescriptible.

Chan abrió sus ojos, apartándose para decirle algo de vuelta, mas se quedó inmóvil cuando vio al doctor Bae y a Jisoo de pie en la puerta de la cocina, mirándolos. Dejó caer sus brazos y retrocedió con una tonta sonrisa en su rostro, bajando sus ojos por nerviosismo.

── Mamá, papá... ──comenzó Minho lentamente después de volverse hacia sus padres, haciéndose hacia un lado y deslizando su mano en la desocupada de Chan── Este es Chan. ──continuó, como si no tuvieran idea de quién era. Como si no lo hubieran conocido antes, y como si en los últimos años no hubiese visto más al doctor Bae que a Minho── Mi... Sí.

Chan apretó la mano de Minho con fuerza, sin saber si era por miedo, o por instinto de protegerse a sí mismo o a Minho. El chico a su lado apretó de vuelta en la solidaridad.

── Oh, mi... ──soltó Jisoo antes de que lo envolviera en su segundo abrazo de la noche── Chan, querido, ¿cómo estás? ¿Qué has estado haciendo? No puedo creer que seas tú. ¡Oh, dios mío, estoy tan feliz de que seas tú!

❛ rivals ❜   minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora