Coutdown → Michael Myers x Jake Park © 🔞

Él.

Sería muy loco de mi parte admitir que desde siempre me llamó la atención. Hay algo en él que logra atraparme. Algo desconocido, descabellado sería decir que no le temo a ese sentimiento tan inexplicable y indescriptible.

No puedo decir con certeza si tiene un trato especial hacia a mí, pero en todas las ocasiones en donde nos cruzamos en aquellas memorables persecusiones, yo soy el único que escapa.

Solo lo veo ahí, detrás mío, con el cuchillo empuñado en su mano derecha, este sin siquiera estar alzado a la altura de la cabeza, solo estaba inmóvil, con su característica máscara inexpresiva.

Era como si nunca tuvo un deseo de asesinarme. Tal vez estoy exagerando con la posibilidad de imaginar que quiere algo de mí, quizá estaba muy cansado como para esforzarse en capturarme.

Aunque cabe recalcar el hecho de que yo siempre salía herido de la persecusión.

Pero no puedo terminar de entender el porqué, el porqué de que no acaba conmigo.

Michael Myers es aquél hombre catalogado como la mismísima incógnita.

Por ello, me encuentro dentro de su tan valioso territorio, Haddonfield, avenida Lampkin. En la cima de su casa blanca, la cual en la vereda, encima de las vallas, se encontraba una calabaza encendida.

Me dirigí a su alcoba, caminando despacio, por supuesto, no quería ser descubierto por él. Miré por la ventana, no había nada más que los carros de policía desviados en la desastrosa calle, estos aparentemente habían sido descarrilados entre sí yendo en dirección a los ganchos.

Era todo un desastre.

Un desastre que si lo analizaba de cerca, sería capaz de quebrantar lo que me queda de humanidad.

Él no estaba cerca o eso era lo que yo creía.

Me alejé de la dichosa ventana, caminé sin mirar atrás y giré. Solté un suspiro mientras metía mis manos en mis viejos bolsillos del pantalón que llevaba. Si me fijaba bien, llegaba a ver el color de mi rodilla por cuan desgarrada mi prenda se encontraba.

Sangre, suciedad, todo en mi ropa.

El cansancio me golpeó fuertemente, llevando a que me recueste sobre el marco de la puerta que llevaba a la habitación que, tal vez, le pertenecía a Michael Myers.

Y ahí fue en donde lo vi.