Capítulo trece.

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“De regreso al campamento”.

Jake Park se encontraba sentado en el suelo, en las afueras de la gran casa en la que había estado hace tan poco unos cuantos minutos. Respiraba entrecortado, con la mano en el pecho y de alguna forma intentaba regular su respiración para estar bien.
Le dolía mucho, no lograba captar el motivo ni tampoco quería hacerlo, lo único que Park deseaba en ese momento es que ese pesar simplemente desaparezca.

La luz de la luna lo iluminaba, era como si solo buscara estar a la par del azabache, tal como si lo estuviese siguiendo.
Lo único en lo que podía pensar era en Michael Myers, su mente se encargaba de reproducir una y otra vez ciertos recuerdos que lo marcaron con el asesino.

Hasta que la duda surgió, ¿Cómo era qué Michael solo había tomado ese tipo de confianza con él? O... ¿Tenía a alguien más con el que lo hacía?
Jake arrugó la frente, ese tipo de pensamientos lo desconcertaban, aún así... ¿Qué debía importarle si Michael hacía eso con otros supervivientes o hasta asesinos? Se supone que le tendría que dar igual.

De pronto las ganas de bostezar lo atraparon, haciéndolo hacer aquella acción. Tenía sueño, estaba algo cansado, sumado que el ambiente estaba súper pesado y eso lo agobiaba un poco.
Jake se levantó, con sus manos sacudió la poca tierra que había logrado empapar de suciedad sus rodillas, las limpió suavemente y luego, decidió tomar dirección a la casa en la que antes había estado junto a él.

Sorpresivamente, un humo grisáceo renació del suelo, levantándose en forma de ondas hasta taponear toda la visión del lugar, como si fuera algún tipo de niebla pero mucho más espesa y clara.
Esa sensación de confusión y miedo lo regresó al pasado, esa vez en donde estaba en el bosque escapándose de las reglas de su familia, huyendo de un futuro arreglado, un futuro de empresario que no deseaba.

Esa misma niebla había regresado y eso le paralizó el corazón. Trató de correr, como había hecho antes, pensó que quizás, lograría salir de ese sufrimiento pero algo lo agarró de las piernas y lo hizo caer.
Park trató de pedir ayuda, gritar el nombre de Michael Myers pero nada salió de su boca, ni siquiera un quejido.

Las lágrimas caían de sus ojos, no quería vivir esa situación traumática de nuevo y lastimosamente el Ente se encargaba de jugar con su mente.
Presionó fuertemente los párpados, con la intención de que todo desaparezca.

Después de unos segundos, los abrió lentamente y no vió nada, nada más que una luz naranja iluminandole el rostro.
Un olor familiar entró por su nariz, ese aroma a humo, pero no precisamente a cualquiera, sino al de la leña siendo quemada por fuego... La fogata.

—¿Está vivo? —Escuchó, cuya voz pertenecía a Meg Thomas, su gran amiga la cual había conocido en ese mundo de mala muerte.

Jake Park estaba entre los brazos de la influyente figura de Jane Romero. La mujer trataba de despertarlo como podía, lo sacudía, pronunciaba su nombre en su oído.

—Pues sí idiota... Está respirando, todo, pero no reacciona... —Le contestó Jane— ¡Llama a uno de los chicos!

La mujer siguió con su tarea de hacerlo reaccionar pero era como si hubiese entrado en un tipo de shock, aunque Jake Park, a pesar de que este no dijo nada en todo el momento, estaba consciente de lo que sucedía.

No tenía fuerzas para decir o hacer algo, esa neblina lo había dejado completamente agotado, lo suficiente como para no pensar.

Meg asintió la cabeza, un poco desconcertada por la reacción de Jane pero aún así obedeció.
La joven de dos trenzas corrió hasta el grupete que conformaba a Leon Kennedy, Rebecca Chambers, Quentin Smith y David King.

Coutdown → Michael Myers x Jake Park © 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora