Capítulo doce.

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-Ugh... Cielos... ¡Huele horrible!

El joven azabache aludió con una expresión de asco en su rostro, mientras que con dos dedos, pulgar y índice, presionaba los costados de su nariz para taponear las fosas nasales y así, evitar el paso de un olor desagradable.
Por obvias razones no tenía otra opción más que seguir a Michael, estar bajo su ala era la única manera de seguir con vida en el reino de la Entidad.

Jake se sentía profundamente asqueado. Desconocía si se debía a qué, en frente suyo, habían literalmente dos cuerpos sin vida recostados en una mesa de café o por el mismísimo olor; Ambos casos eran igual de desagradables.

-Michael... ¿Podrías ser tan amable de quitar esos cuerpos? -Le sugirió. Al no recibir ninguna respuesta (Como siempre) Jake rodó los ojos y se volteó para verlo, pero no había nadie en el lugar- ¿Ah?

Comenzó a mirar para todos lados. Las escaleras, el piano que no paraba de ser tocado por aquella cosa invisible qué fuera lo que lo está manipulando, los hombres inertes. Nada.

Era tal como si se lo hubiera tragado la tierra.

Park comenzó a sentirse algo asustado, y por ello, empezó a retroceder hasta que su espalda chocó con algo desconocido.
Con miedo se giró y lo que vió, en parte logró aliviarle el alma que estuvo a punto de salirse de su cuerpo.

-Estabas aquí -Dijo, con cierto nerviosismo porque ante sus ojos, estaba el pecho de Michael Myers y luego, levantó la cabeza y lo miró a los ojos- Quiero que siempre estés en donde yo pueda verte.

Él por supuesto, no le dijo absolutamente nada aunque había entendido perfectamente su pedido.
Jake optó por subir las escaleras, hacía tiempo que no le tocaba reparar los motores en ese pueblo fantasma, en donde a veces, ningún alma lo habitaba.
Le parecía extraño que Caleb Quinn, el arponero, no estuviera allí. Se supone que era su lugar, el cual debía estar siempre protegiendo o de alguna forma estando presente, pero sin embargo, no había nadie más que ellos dos; O eso creía.

Miró por la ventana que carecía de algún vidrio. Estaba oscuro, a veces le sorprendía que los lugares creados por el Ente tuvieran ese cambio de día y noche tan rápido, como si sucediera en tan solo cinco minutos.

Puras estrellas decoraban el oscuro cielo y la luna estaba llena.

Percibió una respiración en su oreja y Jake, se inclinó hacia atrás y se dejó apoyar en el pecho de Michael.

-La luna está hermosa hoy -Le expresó, sin dejar de mirarla.

Era gracioso su forma de tomarse la situación, considerándose que estaba en un lugar de un peligro que le podría hacer recaer en una dolorosa muerte si así Michael Myers lo deseaba o... Desafortunadamente un asesino lograba cazarlo.

Jake Park decidió mirar de frente a Michael, conteniendo parte de su miedo y deseo.
Le sonrió, con sus dientes perfectamente alineados, poseía una sonrisa de oro.

-¿Me dejarías hacerte ver las estrellas?

[...]


















-Es imposible que algo así haya ocurrido.

De un momento a otro. Leon Kennedy relataba por quinta vez la historia de todo lo ocurrido con su grupo de amigos del campamento, conformado por: Ace Visconti, Cheryl Manson, Ada Wong y Claire Redfield.

-Y así fue... Era como sí... Quisiera defenderlo a él -Dijo Leon, refiriéndose a esa situación en donde parecía que Michael solo quería atacar a Kennedy e ignorar la presencia de Jake.

Coutdown → Michael Myers x Jake Park © 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora