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JUNGKOOK

Girando la cuchara dentro de mi tazón de cereales, observé con una mueca de repulsión como una masa  pegajosa  que  estaba  seguro  no  iba  a  consumir se  formaba  dentro  del  mismo. Dejando  caer  el cubierto, escuche el tintineo del metal cuando golpeó el borde mientras suspiraba. La habitación estaba en total silencio, tanto que podía escuchar si un alfiler caía. Las sillas vacías alrededor de la larga mesa eran como un recordatorio constante de que me encontraba totalmente solo. No me malentiendan, mi madre solía cenar conmigo pero su trabajo la mantenía ocupada la mayor parte del tiempo por lo que las demás comidas debía tenerlas solo.

Grandes ventanales de cristal cubrían la pared a mi izquierda, dando una vista sin obstáculos al patio trasero que se extendía por varias hectáreas. Ni siquiera entendía porque teníamos tanto espacio, no solía usar nada de eso a menos que estuviese practicando y ni siquiera de ese modo lograba recorrer todo el predio. Mamá había insistido en que debíamos tener una casa espaciosa, no entendía porqué ya que solo eramos ella y yo la mayor parte del tiempo. Pero  jamás, nadie, le decía que no a ella. Por ello  había terminado viviendo en una espaciosa casa donde pasaba la mayor parte del día solo.

Poniéndome de pie, tiré mis cereales a la basura y me dirigí al fregadero para lavar el mismo. Mi mente flotó hacia SeokJin y me pregunté brevemente que estaba haciendo  en  ese momento.  Sabía que estaba siendo una jodida molestia en su vida pero nunca había conocido a nadie que me intrigara tanto. Jamás, nadie, me había tratado de la forma en que él lo hacía, y podía parecer masoquista, pero me gustaba. Las personas generalmente se sentían intimidados por mi fama o mi tamaño, SeokJin no. Él solo se había parado allí, con su delgado cuerpo y lentes de pasta y me había soltado un discurso sobre lo estupido que era. Sus mejillas se habían sonrojado y parecía preparado para saltarme al cuello. Era lindo.

—¿Por qué le sonríes a ese tazón? Pareces idiota.

Tomando un paño para secar la pieza coleccionable que tenía un dibujo de Rilakkuma en el fondo, me giré para observar al dueño de la voz. Seungmin estaba de pie en la puerta observandome con una ceja alzada. Había olvidado que la pequeña mierda necesitaba un aventón hasta su colegio, no iba tentarme con la idea de empujarlo desde el auto en movimiento, seguramente mi tia Sohee me cortaría la cabeza si dañara a su bonito retoño. De igual manera, ganas no me faltaban.

—Dime idiota de nuevo e iras caminando al colegio —advertí, terminando de secar el tazón lo deje ensu lugar dentro del mueble. Volviendo al comedor, acomodé la silla y el mantel antes de tomar mi propia mochila y hacer un gesto hacia la puerta—. Vámonos antes de que cambie de idea sobre llevarte a algún lugar.

—Puedo tomar el maldito autobús.

Rodé los ojos, saliendo de la casa para dirigirme a mi auto. Le envié una mirada aburrida sobre mi hombro—.  ¿Seguro?  Amarás  el  sentir  a  todas  esas  personas  apretadas  metiendote mano  en  zonas inexploradas.

—Seguro  sería  mejor  que  viajar  contigo  a  ningún  lugar.  —chilló,  cruzándose  de  brazos  con  una expresión obstinada.

Cerré la puerta del auto que había abierto y me giré a mirarlo—. ¿Por qué siempre tienes que ser un idiota con todo? Te estoy haciendo un favor al llevarte al colegio, así que sube al auto y no me fastidies.

—Y yo soy el idiota, claro, porque tus modales pondrían en verguenza a la reina.

Sin dejarme contestar, se dirigió al auto y se metió en el asiento del copiloto, abrochándose el cinturón. Tomando un respiro, me dije a mí mismo que a los doce también era un dolor en el culo como él y que debía tomarlo con calma. Si solo las ganas de estrangularlo desaparecieran tan fácilmente pero no, había tenido ganas de destrozar su pequeño cuellito desde hacía algún tiempo ya.

Socialmente Torpe [KookJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora