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SEOKJIN.

Congelandome en la puerta de la cocina, observé con el ceño fruncido la imagen frente a mi en un intento de que mi cerebro procesara la misma. Primero, mi hermana estaba usando una falda que debería ser considerada cinturón pero dado que era su cuerpo, no tenía nada que pudiese apelar sobre ese hecho. Ahora, el que Jeongin estuviese moviendo su inexistente trasero al ritmo de la infernal música era algo que no iba a soportar.

Era como ver un mantis religiosa caminando sin una pata. Lamentable.

Cruzando la cocina, alcancé el reproductor y golpee el botón para apagarlo.  Creí  escuchar  un "aleluya" cuando la música se detuvo.

—¡Hey, estábamos escuchando eso! —Jihyo frunció el ceño en mi dirección.

—No, estaban dejándose sordos con esa cosa —hice un gesto al reproductor—. ¿Tienen que enterarse los vecinos que estás escuchando música?

—No estaba tan alta. —como siempre, Jeongin salió a la defensiva. Parpadee hacia él—. ¿Tú que rayos haces aquí? ¿Acaso no tienes casa?

Abrió la boca, seguramente para soltar una réplica pero volvió a cerrarla y me frunció el ceño—. Eres un mal anfitrión.

Rodé los ojos antes de apuntarlo—. Tú, vuelve a tu casa —me giré hacia Jihyo—. Y tú, ponte ropa por el amor de dios, que para eso nuestros padres gastan dinero en ella.

—¿Quién te hizo el jefe?

—Desde  que  soy  el  mayor  aquí  y  él  más  inteligente  de  los  tres,  yo  me  autoproclamé  —la  miré, esperando que me desafiara. Cuando no lo hizo, seguí:— Ahora, ve a cubrirte lo que no debe exponerse y tú, Jeongin, no sé, haz lo que quieras pero donde vuelvas a poner esa música, te convertiré en mi próximo proyecto de ciencias.

Antes de que ninguno de los dos pudiese decir nada más, salí de la cocina y comencé a subir las escaleras solo para detenerme luego de unos peldaños cuando el timbre sonó. Bajando a la primera planta, abrí la puerta y solté un sonido sorprendido al ser levantado en brazos y besado sin permiso.

—Debes dejar de hacer eso. —susurré cuando Jungkook se aparato. Me sonrió—. Lo siento, fue un impulso.

—¿Qué hubiese pasado si mi hermana abría la puerta en vez de hacerlo yo? —interrogue.

—Habría sido ultra extraño —me dejó en el suelo y regresó afuera para volver con varias bolsas—. Dado que ayer cuando te traje, me echaste antes de que pudiesemos decorar el árbol, he decidido que lo haremos hoy.

—¿Debemos decorarlo? No se ve tan mal como está ahora.

—Es una tradición —agito las bolsas frente a mi rostro—. Haremos adornos caseros.

—¿Uh?

—Ven —tomando mi mano, me jaló para que subiera las escaleras y hasta mi habitación. Llegando a ella, me soltó y se acercó a mi cama, volteando una bolsa llena de telas de colores, lo que parecía ser el relleno de una almohada y varios otros instrumentos para manualidades—. Mamá consiguió los moldes para hacer algunas figuras decorativas.

—Mhm —miré el desastre sobre mi cama—. No soy muy bueno en las manualidades, Jungkook, el hecho de que no reconozca los colores hace que sea difícil para mí crear algo visualmente bonito.

—No te preocupes, es nuestro árbol —me dedico un pequeño guiño junto con una sonrisa—. Puedes decorarlo como tú quieras, nada de lo que hagas puede quedar mal.

Lo miré por un momento antes de encogerme de hombros—. Recuerda que dijiste eso al terminar.

Sentandome en el suelo escuché sus explicaciones para crear cada pieza y comencé a tomar materiales. Una hora después, aún estaba luchando por terminar un pequeño Santa Claus de fieltro que pretendía colocar en una de las ramas mientras Jungkook terminaba de hacer su tercer guirnalda de flores.

Dando una última puntada, observé el maltrecho muñeco y se lo enseñé a Jungkook—. ¿Cómo quedó?

Me dedicó una sonrisa—. Increíble.

—No mientas —le fruncí el ceño—. Parece un muñeco creado para las artes oscuras. Si le pusiera más pelo puedo hacer un Jeongin vudú.

Eso hizo que riera—. Hablando de él, prometí ayudarlo con su conquista y bien, yo como que lo invite a nuestra cena navideña.

Detuve mis movimientos de la búsqueda de más cabello para mi Santa y lo miré sorprendido—. ¿Por qué hiciste algo así?

—Me emboscó en la cocina hace unos días, no podía simplemente decirle que no si quería salir vivo. No creo que nos molesten, de todas maneras también estarán algunos otros miembros de mi familia, tal vez te ayude el tener algo conocido de la tuya.

—Jeongin no es mi primo.

Me miró con curiosidad—. Bueno, él está diciendo que si lo es.

Dejé el muñeco a un lado y tomé tela y tijeras, recortando una rápida forma mientras me encogía de hombros—. A él le gusta creer que así es por más que le diga que no compartimos lazos sanguíneos.

—Tal vez solo se siente lo suficientemente cerca de ti como para considerarte parte de su familia. Estoy seguro de que si lo dejarás, él diría que es tu hermano.

—Yo ya tengo hermanos, ¿para qué querría otro más? —pregunté con confusión, tomando hilo y aguja, comencé a coser alrededor de la tela en mi mano.

—Eso no quiere decir que no puedas tener más familiares —explicó—. Considero a Namjoon un hermano y nosotros no compartimos ningún lazo sanguíneo.

Pensé en ello por un momento mientras continuaba cosiendo—. ¿Crees que deba permitirle que le diga a todo el mundo que somos familiares?

Él me miró con una sonrisa—. Cariño, eso es una decisión que te pertenece a ti, solo estoy intentando que veas las cosas de otro ángulo, no cambiar tu opinión de ello.

Asentí suavemente, rellenando la figura y cerrándola antes de enseñarsela—. ¿Qué crees?

Miró la figura y luego me miró. —¿Es algún tipo de declaración cubierta? —bromeo, tomando el corazón de mi mano—. Cuidaré tu corazón, pequeño nerd, no te vas a arrepentir de darmelo.

Lo miré, intentando no sonreír ante lo cursi de sus palabras. Yo estaba demasiado confundido con mis sentimientos como para negar o afirmar esa declaración, así que dejé que él asumiera lo que quisiera.

Apartando los materiales de su camino, se inclinó sobre mí y unió nuestros labios con suavidad. Aferrándome a sus hombros con ambas manos, dejé que me llevara al suelo, confiando en que no dejaría que me golpeara contra el mismo. Yo mismo me sorprendí al darme cuenta de la confianza que había depositado en Jungkook en tan corto tiempo. Él era una explosión de color en mi mundo de escala de grises y había descubierto que realmente me gustaban los colores.

Dos toques en la puerta y esta fue abierta sin esperar invitación—. Jin... ¡Oh, mierda, no sabia que estabas aquí, Jungkook!

Jungkook, sobre mí, soltó una pequeña risa mientras se erguía, llevándome con él en el proceso y dejándome sentado en su regazo prácticamente.

Miré a mi hermana—. ¿Qué sucede, Jihyo?

Ella volvió su atención a mi y su sonrisa fue vacilante—. Alguien acaba de llegar y yo creo que deberías bajar para hablar con él.

—¿Alguien? —parpadee ante las palabras utilizadas—. ¿Quién?

—Yo —una figura apareció en la puerta detrás de Jihyo—. Es bueno verte de nuevo, hermanito.

La respiración quedó atascada en mi garganta y me aferré a Jungkook con fuerza, preguntándome internamente como rayos se puede querer y temer a una persona al mismo tiempo.

Socialmente Torpe [KookJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora