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JUNGKOOK.

—Creo que hicimos algo mal.

Miré de mi camiseta manchada de rosa -antes blanca- a Jin, y elevé una ceja—. ¿En serio lo crees?

Me frunció el ceño, cruzando sus brazos en su pecho a la defensiva—. No me mires a mi, yo te dije que no debías poner prendas que se destiñen con las demás,   pero tú dijiste que no tenías ninguna que reaccionara así con el agua.

—Yo soy el tonto aquí, ¿recuerdas? Nadie le cree caso al tonto, debiste haberme detenido  —miré nuevamente la camiseta, intentando suprimir un puchero—. Ahora mi camiseta favorita parece un dálmata rosa.

—Bueno, pero tú eres el que sabe de electrodomésticos, pensé que sabías lo que hacías.

Lo miré incrédulo—. ¿Acaso tu gran inteligencia no se extiende hacia el ámbito casero?

—No creí necesario aprender a utilizar este tipo de cosas, para algo existen las tintorerías.

—Eso explica la ropa que llevas normalmente —me encogí de hombros antes de recordar algo—. Tú encendiste la lavadora.

—Solo presione el botón más grande y que encima dice On/off —me dedicó su mejor expresión de "Duh".

Rodé los ojos hacia él antes de volver a mirar el canasto de ropa, la mayoría había quedado estropeada por culpa de la maldita prenda roja—. Debemos esconder esto de mi madre.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que se dé cuenta de que su hijo  es un fracasado. —me incliné para tomar el canasto.

—Creo que ya es un poco tarde para esconder eso.

Estreché los ojos en su dirección sobre mi hombro—. ¿Disculpa?

Me sonrió y eso fue todo lo que necesite para dejar pasar sus palabras. Oh, el chico se había percatado del poder que ese gesto tenía sobre mi. Tomando el canasto, salí de la lavandería con Jin pisándome los talones y me dirigí a mi parte de la casa.

Estaba pasando frente a las escaleras cuando mamá apareció en ellas, seguida de cerca por Jihyo—. Esta jovencita vino a hablar con Jin —hizo un gesto hacia la joven antes de fruncir el ceño al canasto en mis manos—. ¿Destruiste tu ropa nuevamente?

—No fue una destrucción en toda la regla, aún son utilizables —me defendí.

—Entonces quiero verte usar todas esas cosas manchadas —me reto.

Oh, ella sabía que nunca me negaba a un reto. Estreché los ojos—. Lo harás.

—Genial —se volteó, marchándose por donde vino. Tenía la impresión de que había  perdido una disputa que ni siquiera había logrado desarrollarse.

—Acabas de pisar tu propia trampa, chico. Ahora estás obligado a usar todo lo que esté allí dentro — Jihyo rió, pasando a mi lado para poder llegar a su hermano y abrazarlo—. Nunca pensé decir esto pero creo que extraño tu neurótica mente girando alrededor de mí todo el tiempo.

—Gracias, yo también te quiero —Jin arrastró las palabras.

Jihyo se separó de él con una sonrisa antes de descolgar el bolso de deporte de su hombro y pasarselo a Jin—. Te traje algo de ropa, supuse que la necesitarías.

—Siento que me estás corriendo de mi propia casa.

—No te estoy corriendo —rodó los ojos—. Pero si quieres seguir siendo novio del gorila de allí, creo que sería bueno que te mantuvieses lejos de casa por un tiempo.

Jin parpadeo confundido—. ¿De qué hablas?

Jihyo se giró a mirarme con el ceño fruncido—. ¿No sé lo dijiste?

—No lo creí necesario. —me encogí de hombros.

Ella suspiró—. Creo que sería buena idea que llames a mamá, Jinnie —pidió antes de acercarse y darle un beso rápido en la mejilla—. Estoy llegando tarde a mis practicas pero vendré a verte luego. Cuida de mi hermanito, Jungkook.

—Lo haré —grité mientras ella bajaba con rapidez las escaleras.

Jin me miró con desconfianza por un momento antes de apresurarse a la puerta y perderse dentro de mi parte de la casa. Esperé unos segundos, intentando encontrar una buena explicación para lo que había sucedido antes de seguirlo. El bolso estaba tirado cerca de la puerta y Jin tenía el teléfono inalámbrico contra su oído cuando entré.

Lo observé hablando por un momento antes de correr escaleras arriba y dejar el canasto cerca de mi closet, la ropa ya estaba seca por lo que lo único que debía hacer era doblarla y acomodarla en los estantes. Y, maldición, debía usarlas, en algún momento lejano de esta vida, seguramente.

Cuando bajé nuevamente, Jin estaba de pie cerca del sofá con el teléfono contra su pecho mientras me miraba con curiosidad desde detrás de sus lentes de pasta—. ¿Golpeaste a mi hermano?

Hice una mueca—. No fue taaan así, tus palabras implican que yo fui allí buscando golpearlo pero...

—¿No fue así?

Dude—. Bien, puede que si hubiese tenido un poquito de ganas de golpear la mierda fuera de su cuerpo  —susurré.  Sintiéndome juzgado, crucé mis brazos  sobre mi pecho y puse mala cara—.  No  me arrepiento de nada, así que no me mires de esa forma.

Se acercó a mí con pasos lentos, deteniéndose a un palmo de distancia—. ¿Por qué lo hiciste?

—Tú sabes porque lo hice.

Me miró por varios momentos, antes de que sus labios se curvaran suavemente—. Si, sé porqué lo hiciste —quite mis brazos cuando apoyó su rostro en mi pecho, sus manos aferradas a la cintura de mi jean—. Gracias.

—¿No estás enojado conmigo? —pregunté confundido, ya que estaba bastante seguro de que esa seria la respuesta que conseguiría de él.

Negó contra mi pecho—. No, creo que aún estoy confundido con todo pero no estoy enojado. Él me hizo daño y aunque es un sentimiento un tanto aterrador, creo que siento satisfacción al saber que le causaste al menos un poco del dolor que él me produjo.

Sonreí, mi pequeño nerd tenía una veta vengativa, no podía decir que me asombraba. Lo rodeé con mis brazos apretadamente—. Haría cualquier cosa por ti, bebé.

Nos mantuvimos en silencio por un momento, balanceandonos suavemente hasta que él suspiró—. Creo que perdiste el aprecio de mi madre —susurró.

—¿Eso te molesta? Porque a decir verdad, a mi no.

—No, se supone que es a mi a quien debes agradarle, no a ella —susurró—. Y yo creo que... te quiero.

—¿Lo crees o estás seguro?

Se separó, mirándome con el ceño fruncido—. No me presiones, ¿si?

Riendo, me incliné y dejé un beso en su
nariz—. Con que lo estés considerando, es suficiente para mi. —suspiré, acercandolo más—. ¿Te quedarás aquí conmigo?

—Creo que no es buena idea volver a mi casa —aceptó—. Tengo miedo de lo que HaeJun pueda hacerme en venganza.

—Él no te hará nada o voy a tener que dejar que Nam le rompa una pierna como quería.

Se separó y me miró con los ojos enormes—. ¿Qué?

—Nam se emociona a veces —hice una mueca antes de mirar alrededor—. La navidad es en unos días y no hemos puesto las decoraciones.

Parecía querer volver con el tema de Namjoon pero finalmente lo dejó pasar y suspiró—. ¿Sigues con eso?

—Por supuesto que si, festejaremos la navidad por todo lo alto, ya lo verás.

Me miró serio por un momento antes de sonreír—. Estoy a ciegas en esto, guíame.

—Descuida, bebé, no soltaré tu mano. —prometí, y sabía que no era solo con respecto a la navidad.

Jin estaba confiando en mí en todos los aspectos y no había forma de que le fallara.

Socialmente Torpe [KookJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora