Compañeros - Buddha [Pausada Temporalmente]

Capítulo 13

§𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔§

El de tes morada movía sus piernas inquieto, pues el tercer combate estaba por empezar y su hermana menor aún no llegaba a sentarse, cosa que desde su eternidad de vida que lo desesperaba, era normal que, como todo hermano mayor sobreprotector se preocupara por la ubicación de su hermanita, y se la pasaba viendo la entrada para ver si llegaba.

Luego de cinco minutos haciendo lo mismo la menor llegó, con sus morenas y suaves mejillas algo rojizas y su vista clavada en un punto con un brillo extraño, además que tenía la boca cerrada y sus manos en su regazo y parecía que temblaban; Shiva miró a su hermana con rostro confundido, conocía ese efecto y no pudo creer que su bella y frajil hermanita pasaba por eso otra vez.

<<No, no, no, no, no>> negó una y mil veces, su hermana ya había tenido una mala experiencia con las relaciones de pareja y no quería que pasara por eso nuevamente, además, bajo su perspectiva, ningún dios, demonio u hombre se encontraba a la altura de su hermana, ninguno se merecía que esa divina mirada se posara sobre el y que esa mente se concentrará en el.

— ¿Estas bien? — decidió hablar, tocandole, con su mano superior, su hombro delicadamente.

No reaccionó de inmediato, cosa que sólo aseguro el temor del mayor, la gran Diosa de la Estrategia Indira, una de las generalas más peligrosas y temidas, la estratega número uno del Valhalla, ¿estaba interesada románticamente en alguien?, y si es así, ¿quién?.

— Si, estoy bien — mintió una vez más a su propia sangre, cosa que le dolió un poco, pero pronto se acomodo para seguir observando.

El Zeus de los Mares, Poseidon pelearia contra el perdedor más grande de la historia, Kojiro Sasaki.

Durante toda la pelea la videncia parcial de Indira y su mente trabajaron bastante, el dios era demasiado rápido y presiso, sin embargo la mayor parte la ponia el extraordinario humano, sus músculos bronceados se tensaban y adecuaban con cada movimiento de la majestuosa katana, cosa que se complementaba muy bien con las habilidades estratégicas de Indira.

Claro que esto pasaba ya que ella estaba concentrada totalmente en la pelea, sus ojos y cuerpo tensado vibraba en sentido al combate, que tenía más filosofía que la misma, mientras ayudaba al humano como podía, varios dioses tenían su vista en ella, queriendo castigarla por traición, aunque no tuvieran ni una sola prueba o evidencia irrefutable. Algunos sólo deseaban ver a Indira muerta.

La historia del repudio que recibe Indira de parte de algunos dioses no es muy especial, simplemente que ellos no estaban de acuerdo con las decisiones de Zeus y deseaban desterrar lo, un ejemplo perfecto es la rebelión que Adamas estaba planeando hacer, cosa que si se ubiera llevado a cabo, ubiera sido perfectamente erradicada gracias a la intervención de Indira.

Y, ¿por qué no sucedió?, porque un dios mato a su propia sangre, y ese dios fue el mismo Poseidon, el cual estaba haciendo lo mismo con el samurai, moviendo su tridente de manera elegante y furiosa y el humano contrarestaba esos ataques de manera inteligente y rápida, un dios que nunca perdió en contra de un humano que jamás venció, irónico.

Un destello blanco invadió el campo de visión de Indira, haciéndola cerrar sus ojos de golpe y quejarse un poco, llamando la atención de su hermano y de los sirvientes a su lado listos para cualquier orden, con sus ojos cerrados una imagen se apoderó de su cabeza.

<<S.. Soy yo... >> pensó asustada, ya que se vio de forma borrosa, bañada en una especie de líquido y ese largo cabello, ahora más desordenado que antes y manchado. Abrió los ojos, ahora sin ayudar al humano que se encontraba peleando, aunque realmente el humano no la necesitaba.

— Indira, ¿estas bien? — pregunto preocupado.

— Si, estoy bien. — respondió masajeando su cien, en su encantadora voz se notaba un gran fastidio.

— ¿Y si vas a un lado a descansar?, tal vez es mucho ruido para ti — aconsejó mirándola, su lenguaje corporal era de querer irse. Desde hace rato.

— No quiero perderme nada....

— Hay pantallas, podrías ponerlas en silencio y así descansarás tus oídos... — sujirio, ganándose una sonrisa por parte de su hermana.

— De acuerdo... Iré, pero si haces una estupidez me voy a arrepentir — dijo, para levantarse y ser guiada por una fémina, una quien le servía incondicionalmente especialmente a ella.

Caminaron en silencio, alejándose del ruido de los espectadores, los dioses parecían niños, unos niños que no hacían nada más que gritar para recibir más diversión, algo que desde un punto se entendía, los dioses eran los que maniobraban los dedos en sus títeres, si uno cometía un error, perfectamente podría culpar a quien cayó en su manipulación y así lavarse las manos.

Mientras caminaba empezó a abrazarse a sí misma, recordando su imagen, la cual empezó a darle miedo, el como respiraba entrecortadamente y los pies que se encontraban a su lado solo le dieron más temor, esos zapatos con puntas curvas solo le traían malos recuerdos y que el mismo fuera capaz de hacer algo así solo la atormentaba más y más.

A pesar de ser una de las influencias más grandes y citadas al Valhalla, Shiva la había educado como una niña, su niña. Bajo sus cuatro brazos la educó diciéndole que su hermano siempre le cubriría la espalda, que no importaba lo que pasara, su hermano mayor siempre la protegería y que gracias a él todas las mañanas despertaría rodeada de todas sus cosas.

Pero eso es lo que mas le asustaba, que su hermano no se encontraba con ella, ni siquiera un destello morado que le diera una esperanza de estar acompañada, en esa visión estaba completamente sola, algo que tenía en común con Shiva, era que a veces era muy confiada y egoísta, pero eso se desvanecía cuando algo perturbaba su paz.

<<Si sigo con esto, me van a eliminar... >> tembló, mientras abría la puerta de la habitación donde estaban todas esas delicias, pero no las miro, solo fue directo a la primera silla disponible. <<Estoy asustada, Buddha, Shiva... Ellos no estaban>>