12. Somos verde, alegría y esperanza

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The sun goes down, the stars come out

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The sun goes down, the stars come out

And all that counts is here and now

Glad You Came - The Wanted

Cuando apago la televisión al escuchar el escepticismo de los comentaristas de Fórmula 1 hacia mis conductores favoritos, reina un silencio en mi habitación que me obliga a cuestionarme algunas cosas

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Cuando apago la televisión al escuchar el escepticismo de los comentaristas de Fórmula 1 hacia mis conductores favoritos, reina un silencio en mi habitación que me obliga a cuestionarme algunas cosas. Mantener la cabeza ocupada siempre facilita la tarea de ignorar mis preocupaciones. Sin embargo, la llegada de la familia Quach hizo que, tanto por buenas como por malas razones, ya no pueda usar mis estrategias de siempre.

Lanzo un almohadón contra la pared, volátil. Charity y Raven absorben toda mi atención mental a medida que comienzo a ir en espiral.

Primero que nada: a la gente le encanta opinar. ¿A mí qué me encanta? Opinar. ¿A Harry Potter qué le encanta? Opinar. ¿A Cristiano Ronaldo qué le encanta? Además de hacer abdominales, también le encanta opinar. ¿Cómo podría ser de otra manera en un mundo en el que progresivamente se alienta la libertad de expresión? Es triste que no todos los países puedan gestarse bajo estos parámetros, pero nadie puede negar que la media de la población tiene una tendencia innata a juzgar lo que los rodea con lupa.

Eso no tiene nada de malo, claro, hasta que uno empieza a juzgar la vida de otras personas sin un contexto que avale esa opinión. Terminamos descartando o aceptando personas en nuestro entorno por una simple mirada agresiva, un gesto apacible, una sonrisa dulce o la inexistencia de cualquiera de ellas. Es allí cuando transformamos nuestra opinión en un arma peligrosa, un arma tan letal que es capaz de impedirnos adentrarnos en lo desconocido.

Pasan los meses, pasan los años, y en una tarde con café de por medio, eclipsas el tiempo y das una mirada a tus acciones del pasado. Llegas a la conclusión de que quizás nunca le diste una oportunidad a ese que te miró sin maldad y al que tú ignoraste asqueada. Recuerdas al que te saludó con la ilusión de un niño y solo recibió una seriedad decrépita. Te acuerdas también del que te sonrió soñador, al cuál destruiste con tu indiferencia. Tal vez dejaste ir a tu próximo mejor amigo. Tal vez dejaste ir a ese alguien que ansiaba completarte. ¿Quién sabe? Hasta quizás expulsaste al amor de tu vida de cualquier oportunidad por tu simple y embrujada habilidad para opinar.

Los vecinos de calle Arcoíris [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora