Los vecinos de calle Arcoíris [PAUSADA]

35. Amarillo tetilla

Can't keep my hands to myself

No matter how hard I'm trying to

I want you all to myself

Hand to Myself - Selena Gomez

—Prometo que ya recorté la escena en la que tu abuela le mostró sus partes íntimas a la cámara. —Raven teclea en la computadora, listo para desplegar los adelantos del cortometraje—. Me sacrifiqué por el equipo.

El acosador se ríe de su propio chiste, lo que ya no me parece una extrañeza. Su carcajada hace que mi cabeza, cómodamente apoyada en su hombro, rebote. Por primera vez en un buen rato nos permitimos estar a solas, en su cuarto, sin distracciones mientras disfrutamos del calor del otro en la misma cama.

En nuestro historial no pasó nada muy cochino más que algún beso de corta duración. Sin embargo, siento que no duraremos mucho tiempo sin entregarnos a lo que el otro tiene para dar.

Ahora que Isabelle logró darme un tanto de calma con la situación de mis padres y que Raven empezó a aceptar que no puede cambiar a Hugo, nos estamos sintiendo mejor.

Decidimos ignorar los mensajes del desconocido. No podemos estar preocupándonos por algo tan intangible cuando lo más probable es que solo sea un informático estúpido que está aburrido y eligió jugar al espía malévolo. Para que se convierta en una prioridad deberá darnos algo más que unos mensajes aleatorios. Además, no podemos tolerar otra batalla ahora mismo. No paran de aparecernos problemas nuevos y ya estamos agotados.

Es mejor si nos concentramos en vivir un poco más como los niños en pañales que somos.

Hemos aprendido a coexistir con la presencia de la familia del otro, en especial luego de la cantidad de episodios que amenazaron con separarnos pero que no hicieron más que fortalecer nuestro lazo: las invasiones de mi abuela, la creencia de que su madre era homofóbica, las peleas de mis padres que afectaron mi estado de ánimo, la discusión que casi termina en un espectáculo de boxeo entre Isabelle y Charity, la escena que sí terminó a los puñetazos entre él y Hugo... En fin, las anécdotas negativas son interminables, pero también las positivas.