Capítulo 19. El hospital.

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Tragué todos mis sentimientos como pude, no iba a permitir que Iris me arruinase la vida, no otra vez.

Agarré al moreno del brazo y comencé a tirar de él hacia el ascensor.

-¡Maddie!- Me llamó la rubia, pero ya era tarde, las puertas del ascensor ya estaban cerradas.

Apoyé mi espalda en una de las paredes del ascensor, quedando en frente del ojiverde, el cual tenía su mirada fija en el suelo.

En ese momento me permití mirarlo detalladamente, sus ojos ya no desprendían ese brillo tan propio de él, estaba apagado. Y, a pesar de todo el daño que me hizo estas semanas, quería ayudarlo, quería que volviera a brillar. Quería a Dash de vuelta, lo necesitaba, y él a mi.

-¿En qué piensan?- Su voz me sacó de mis pensamientos.

-¿Por qué no me dijiste nada? Sabías que te podía ayudar- Por primera vez desde que nos subimos en el ascensor me miró directamente a los ojos.

-Es que no quería que me ayudases, no quería preocuparte. Eres lo más importante para mi, Maddie. No me gusta que la gente me vea tan vulnerable, pensaba que si me veías así ya no me ibas a querer- Y fue en ese momento donde Dash realmente se mostró como era. Tenía miedo, miedo de no ser querido.

El corazón se me encogió al escuchar eso, e inevitablemente lo abracé con fuerza. Al separarnos acuné su rostro entre mis manos y lo miré a los ojos.

-Nunca, pero nunca pienses que te voy a dejar de querer por verte así. Joder Dash no te das cuenta de lo importante que eres para mi y de la falta que me haces. No me vuelvas a hacerme esto, nunca- A estas alturas mis ojos, al igual que los de él, estaban aguados.

No dijo nada, solo se acercó a mí y me besó, pero lo aparté de mi rápidamente.

-Lo siento- Dijo para después quedar callado. 

-¿Vamos?- Pregunté rompiendo el silencio nerviosa, una vez se abrieron las puertas.

-Claro- El moreno me sujetó la mano que no estaba vendada guiándome hacia su coche.

El camino fue demasiado silencioso y algo incómodo.

Me limité a mirar por la ventana. Nueva York era precioso, la nieve ya era escasa, pero seguía teniendo esa magia.

-Llegamos- En ese momento me di cuenta de que ya habíamos llegado. Bajamos del coche y nos adentramos en el hospital.

Al llegar nos dijeron que teníamos que esperara un rato para ver a su abuela, así que fuimos a sentarnos.

Miré de reojo al moreno. Estaba temblando, tenía la mirada perdida y sus mejillas estaban ligeramente mojadas por las lágrimas que le caían sin control. Puse mi mano sobre su pierna para tranquilizarlo, él me miró con una sonrisa de lado.

-Deberías dormir un poco-

-¿Y si se muere mientras yo duermo? No puedo hacerle eso-  Hice una mueca, me dolía demasiado verlo así.

-¿Crees que a tu abuela le gustaría ver a su nieto en estas condiciones? Necesitas dormir, yo te despierto si pasa algo- Dudó un poco, pero finalmente se acostó, dejando su cabeza sobre mis piernas, yo comencé a hacerle caricias en el pelo mientras leía en mi teléfono.

En menos de cinco minutos se quedó totalmente dormido. Paré un momento de acariciarle el pelo, pero creo que no le gustó, ya que con su mano buscó la mía, sin abrir los ojos, para volver a ponerla en su cabeza.

En ese momento Gemma apareció por el pasillo. Tenía los ojos aguados, unas ojeras enormes, pelo alborotado... al verme su expresión cambió rápidamente a una más alegre.

El inicio de una bonita historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora