Capítulo 3: Un nuevo rey para Pyjanegra

13 5 0
                                    

Che, como se nota que la gente se preocupa mucho por el rey. Todo el mundo se está corriendo para dejarnos pasar, es eso o creen que somos un circo por el chabón este con esa ropa rara y la pibita con su vestimenta de prostituta que espera clientes en la puerta de un bar de una ciudad abandonada. 


—¡Abran paso al choripan! Uy, hermosa, comete mi cilindro de muzzarella. —Me cago en las frases de mierda que tira este Lymfort para coquetear minas..., bue, más bien, coquetear dragonas. La concha de su madre.


—Don Parrillero, tengo ganas de hacer pis, ¿podemos parar para que vaya al baño? —La pendejita tuvo que necesitar ir a mear en el peor momento. Ella estaba medio agachada, con las manos sosteniéndose la que te dije. Yo con todo mi humor de mierda, aproveché para pararme atrás de ella, y encajarle una semejante patada que casi sale volando. No sé si entendió que no podemos parar, pero ahora sí que el culo parecía una manzana con lo rojo fuerte que le quedó. 


¿Dicen que la gente me empezó a tirar mierda por semejante acto frente a todos? Ni en pedo. Todo el mundo se puso a festejar porque evité un retraso en la 'cura' para el rey. Lástima que estamos a contrarreloj, porque sino aprovechaba la posición que tenía ella antes, para meterle el pito. Y ahora que me enteré que ya cumplió los ciento cincuenta años, y es mayor de edad...para los estándares de una semi-diosa como ella...que ella se agarre bien fuerte. A la mierda, ciento cincuenta equivalen a dieciocho años humanos...esta piba va a vivir mas tiempo que Mirtha Legrand y la Reina Isabel de Inglaterra juntas. 


Por cierto, la puta madre, ni me di cuenta que ya casi estamos llegando al castillo, aunque fijándome bien...mi restaurante-parrilla no está muy lejos que digamos. Desde acá lo puedo ver perfectamente. Será por eso que los nobles van todo el tiempo a comer allá como si nada. 


La puerta del castillo estaba llena de guardias que fueron en seguida a donde estábamos nosotros para escoltarnos. 


—Los llevaremos con su majestad. Por aquí. —Los guardias nos guiaron por todo el castillo hasta llegar hasta la habitación donde estaba el rey. La verdad tiendo a ser bastante cómico y reírme de todo, pero cuando entré ahí, todo se me fue a la mierda. 


Yo al tipo lo recordaba alegre, buena onda, muy amigable y enérgico. Ahora lo estoy viendo, postrado en una cama, pálido y esforzándose por vivir un segundo más. 


—¡Majestad! —Mis dos compañeros del restaurante fueron rápido hasta él y lo abrazaron, a pesar de las advertencias del mago que lo acompañaba, quien advierte que la enfermedad es a través de una bacteria, por lo que se puede contagiar. 


—Majestad, le trajimos el asado que le prometí que conseguiría para curar su estado de salud. —Con un poco de dificultad, el rey se acomoda en la cama para poder comer sin problemas. 


Empieza por el vacío, que tenía una pinta hermosa, y él también lo vio rico, y cuando lo comió, confirmó la exquisitez. El rey continuó comiendo hasta que todo el asado entero que preparé, desapareció. Su enfermedad no desapareció, pero sí se le aliviaron sus síntomas. Eso, en parte, es un alivio, pero también me preocupa que se mantenga enfermo. 


—La enfermedad no se ha esfumado. Pero sí que me siento levemente mejor. Quiero decirles una cosa. Mis hijos han renunciado a su derecho al trono, por lo que cuando muera, no habrá nadie para heredar la corona. Preparé, un texto con el nombre de la persona que me sucederá cuando yo fallezca. El mismo deberá ser leído en voz alta delante de todo el reino, en el balcón de mi sala del trono. —El rey entrega ese papel enrollado al bufón que, por lo que se ve, va a ser quien tire el anuncio del nuevo rey. 


—Yo lo haré por tí, majestad. —El bufón acepta el papel y se lo queda, manteniéndolo en las manos con fuerza. 


—Quiero comunicar...otra cosa mas...—El rey empezó a toser. Tengo que decir que esto ya lo vi en muchas telenovelas mexicanas. El viejo empieza a toser, y al final, palma justo cuando iba a decir algo importante—... en el sótano del castillo, está... —Y ahí esta. El rey se quedó sin fuerzas y nos abandonó en ese mismo momento.


—¡Majestad! —El dragón Lymfort explotó en un llanto terrible en seguida. Quise ir corriendo a abrazarlo, pero primero unos guardias nos pidieron despedirlo. 

El dragón bajó la cabeza, la pibita hizo una especie de reverencia, y yo me saqué la boina de gaucho y me la apoyé en el pecho. Los guardias pusieron una de sus manos, también en el pecho. Algunas lágrimas caían, pero ninguno quiso mostrarlas, intentábamos que no se vean. 


El comodín nos señaló hacia la sala del trono para que vayamos a escuchar la nota que el rey había dejado para cuando él ya no estuviera. Todos estamos muy expectantes por lo que pudiera decir.


"Este es el último mensaje de su Rey. Espero que estas palabras sean entendidas y atendidas. Mis hijos renunciaron al trono, no quieren tener el compromiso de gobernar en nuestro tan próspero reino. Cuando yo ya no esté en este mundo, sería muy problemático no tener quien me suceda, asi que tomé la decisión de elegir un ciudadano ilustre para que siga mi legado, y espero que el elegido acepte esta decisión mía. La persona que gobernará Pyjanegra cuando yo ya no esté, será el hombre de los asados. No sé su nombre, pero todos lo llaman Don Parrillero, asi que me referiré a él de esta forma. Don Parrillero, espero que aceptes este privilegio, y esta responsabilidad, y que continúes construyendo lo que yo empecé a construir durante muchos años: un reino próspero, poderoso, y diverso. Un lugar donde todos llevan una buena vida."


—A partir de ahí, hay un par de frases más, pero es bastante ilegible. —El bufón soltó eso con toda tranquilidad, pero tengo que decir una cosita.


—¡La concha de su madre! ¡La puta que lo re parió! ¿Yo un rey? ¿Me estás jodiendo? ¿Y cómo pija se gobierna un lugar como esté? —Bueno, gente, antes fui un parrillero argentino que llegó a otro mundo, pero ahora parece que soy un parrillero argentino que se convirtió en rey. 


Me cago en el santo protector de todas las putas chotas chiquitas. 



Soy un parrillero argentino que se convirtió en reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora