Capítulo 12: Traición en el castillo

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Lady Santeia se encuentra ahora mismo utilizando sus poderes para intentar sanar las heridas de mi compañero nocturno, pero está siendo en vano. Posee heridas muy profundas que ninguna magia, por más poderosa que sea, puede cicatrizar. Ella finalmente se rinde, y asegura que lo mejor es dejarlo irse en paz. 


No tengo más opción debo dejar que fluya. Lo que me preocupa es que ningún soldado de toda la guardia nocturna se ha presentado, lo que me hace pensar en que el encargado no es la única víctima del ataque. 


¿Quién es el encapuchado? Debe ser alguien con acceso al castillo, porque durante la noche es cerrado totalmente. También las mazmorras son super seguras, por lo que es imposible que algún prisionero se escape. Esto debe ser traición de parte de alguien de dentro del castillo. Estoy segura. 


Salgo de la sala donde se encuentra Lady Santeia, sólo para encontrarme con el dragoncito ese, Lymfort. A pesar de ser un mini dragón, y por tanto, tener un rostro muy diferente al de los humanos, puedo darme cuenta que algo grave le sucede. Parece pálido y con la mirada perdida. 


—Señora...vi algo...horrible. —Él tartamudeaba mucho al hablar, definitivamente, no es el Lymfort alegre que llegué a conocer ligeramente. 


—¿Qué pasó? Cuéntame todo. —Me agacho para que mi rostro quede casi a la misma altura que el suyo.


—Un hombre...se quitó la capa, mostró su rostro a varios soldados...antes de cubrirse la cara de nuevo...luego asesinó a muchos soldados...—Escucharlo hablar, me da muchos escalofríos. Pero al menos ahora ya sé que los soldados vieron su rostro antes de morir, y también me dio la pista de que es un hombre.


—¿Y cómo te enteraste de todo esto?


—Estaba escondido...tras el mobiliario, en un rincón con poca luz. Lamentablemente, este sector estaba justo detrás del encapuchado...no pude verle el rostro...de todas formas estaba tan asustado, que seguramente no lo hubiera visto tampoco. —Lymfort baja su cabeza y se queda fijo mirando el suelo. 


—Yo ya me enteré que ese encapuchado iba a por Freixla. ¿A ella la viste? 


—Si, antes de buscarte fui a verla...se encuentra bien. Al parecer sabía que alguien vendría a por ella y se encerró...en el armario de la habitación del rey. 


Espera...si Freixla se escondió ahí...¡¡¡vio todas las cochinadas que hice con ese tipo!!!


—Un momento, si sabía que alguien vendría por ella, entonces tenía la sospecha de que alguien está buscando su cabeza. Ella tiene que saber algo. —Repentinamente, me lleno de vigor. Tal vez ella no tenga la respuesta, pero sí que me puede acercar bastante. 


—Ella...debe seguir allí...ten cuidado. Desconozco si ese encapuchado siga por aquí...aún al amanecer. —Lymfort se retira rápidamente, sin siquiera saludar. ¿Tendrá prisa por algo?


No me toma mucho tiempo llegar hasta la habitación del Rey. Cuando me encuentro a escasos metros de la puerta para ingresar, veo justo a Freixla saliendo de ahí, y observando rápidamente hacia todos lados. 


—Freixla, quisiera hablar un asunto contigo. ¿Es posible? —Se nota que ella está nerviosa, aún a sabiendas que no hay nada que temer si yo estoy cerca. 


—Oh, si, claro. ¿Qué necesitas? —Ella sonríe. ¡Aww!, es una chiquilla tan adorable. 


—Anoche estuvieron sucediendo algunas cosas extrañas. Fuera de lugar. Y me gustaría aclarar toda la situación. —Por alguna razón ella dio unos pasos hacia atrás. 


***


—Buenos días, wacho. —Bueh, yo saludando al pedo, porque salgo de mi habitación y no hay absolutamente nadie. 


¿A dónde mierda se fueron todos? 


Bueno, olfateo un poco y siento el perfume de Fiorella. ¿Habrá estado por aca la turrita? Lo más raro de todo es que la pibita y el dragoncito insoportable, siempre son dos pesados que están conmigo rompiéndome las pelotas hasta cuando voy al baño a cagar. 


A mi padre tampoco lo veo. Seguro que el viejo choto ese los espantó. Por primera vez diría que hizo algo útil. 


Me quedo un rato ahí parado mirando para todos lados, y a lo lejos veo lo que, a mi parecer, era Fiorella, caminando junto a...bueno, ni idea quien sea. Capaz sea algún otro guardia o el senescal. Sobre el otro pasillo lateral, veo un sólo guardia parado frente a una ventana, aparentemente inmóvil. Parece una estatua. 


Un momento, ¿pasillo lateral? Bueno, paso a explicarles. La sala del trono tiene tres accesos, uno al frente, al que veo directamente cuando me siento allí, y lleva hacia la salida del castillo. Entre la puerta para ingresar a esta sala, y el trono, hay un buen número de escaleras. Aunque en medio de las escaleras hay un descanso, en donde suele pararse la gente para hablarme. 


Por otro lado, esta sala tiene dos pasillos laterales que llevan hacia cada una de las torres del  castillo. Dentro de estos pasillos hay puertas que llevan hacia cada habitación de los guardias y personas importantes que vivan dentro del castillo.


Por ejemplo, Lymfort se asentó en la puerta número once del pasillo Este, Fre...la Fernanda, está en la puerta número 2 del pasillo Oeste, y Fiorella duerme en la puerta número quince del pasillo Oeste. Ja, ya sé por donde pasearme cuando ando por la noche con insomnio. 


A pesar de todo, tengo una gran queja, y es que es incorrecto llamar a los pasillos como Este y Oeste, ya que a causa de la ubicación del castillo y la mala albañilería, un pasillo lleva al Norte, y con el otro, te vas con una inclinación ligera de unos cinco grados, hacia el sudoeste. Parece que los niveles no existen aca. 


Un momento, Fiorella aparece por el pasillo "sudoeste", viene hacia mi corriendo. ¿Tantas ganas tendrá de verme?


***


No entiendo cómo pude ser tan tonta, era obvio quién sería. Oh no, está parado detrás del Rey, ¡y sostiene un cuchillo! Debo apresurarme. Debo detenerlo antes de que cometa el crimen. 


Ah, mis piernas no aguantan más...y esta armadura pesada...me duele el cuerpo. Lo siento, no soy capaz de llegar...¡Amor! 


—¡¡¡Detrás tuyo!!!

Soy un parrillero argentino que se convirtió en reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora