Desastre. Es lo primero que se me ocurre para describir mi situación. Mi casa se convirtió en un inmenso desastre, lo que antes era una bonita construcción paso a ser un montón de escombros del que salían humo y algunas llamas de fuego, pero para que me entiendan, les explicaré cómo llegamos a esto.
Es mitad de semana y como siempre me levanto a las 7 de la mañana para llegar en punto a las 8 a mi trabajo. La pastelería está a unas cuantas cuadras de mi casa, pero para llegar presentable me tengo que duchar, vestir y desayunar.
El desayuno se encarga de hacerlo siempre mi hermano Blake. Este trabaja en una tienda de paquetería. Él dice que lo contrataron en ese lugar porque la chica que lo entrevistó tuvo un flechazo por él.
Si vamos a halagar su físico lo haremos con pruebas. Blake es castaño de ojos azules, de unos 1.80 de altura con cuerpo de atleta. Pasa algunas horas al día entrenando como si fuera a ir a alguna batalla o algo así.
Pero para no tirar mi autoestima describiendo al hermano guapo, lo haré también conmigo. Podría decir que soy de esas mujeres preciosas que no importa tu orientación, ves pasar por la calle y no puedes evitar girar la mirada hacía ellas. Podría decir que soy así, pero no lo soy. Al menos yo no lo creo de esa manera.
Más bien soy la chica que trata de pasar desapercibida, que para nada me sale bien. Mis ojos son del mismo tono que de Blake, mi cabello es negro oscuro, la última vez que me medí fue hace tres meses y tenía 1.75. Soy delgada sin parecer anoréxica, tengo buenos atributos pero sin ser exagerados.
Ahora bien, con toda esta presentación iré al momento antes de llegar a la pastelería.
Blake manejaba la camioneta que había recibido como obsequio de unos tíos que viven en Vancouver. Tíos de los cuales nunca vi. Que nunca vinieron a visitarnos.
Trataba de buscar alguna sintonía de radio que dijera cómo iba a estar el clima, me gusta estar informada sobre esas cosas, saber si tengo que llevar un paragua conmigo o salir de casa con las manos vacías. Al no encontrar nada me di por vencida y me acomode mejor en mi asiento.
— Voy a dejar mi empleo — soltó de repente el castaño.
— ¿Qué? ¿Por qué? — cuestioné sorprendida.
—Es que… —parecía estar buscando las palabras correctas —. Esa chica, Lily, en serio está acosándome —su tono era molesto pero con una pizca de humor.
Solté una carcajada al imaginarme a la chica todo el tiempo detrás de mi hermano.
—¿Por qué no sales con ella? — lo molesté.
— ¿Te volviste loca? Es mi jefa — se excusó.
— ¿Y? La chica es linda, es rubia, con buenas piernas, gran trasero — iba enumerando con mis dedos sus atributos. Hice un ademán de seguir hablando pero Blake me interrumpió.
— La chica es linda, si, pero conoces nuestra condición.
—Si, lo sé, eres un demonio protector que fue creado para cuidarme a mi, una chica híbrida, mitad humana y mitad vampiro. Y ante el más mínimo error pueden descubrir lo que somos y el caos se desataría.
》Lo se, Blake. Me repetiste esa historia durante 19 años y/o casualidad es la edad que tengo, o sea, toda mi vida.
Si, ya se que estaba siendo injusta con él, que no ha hecho más que cuidarme y velar por mi, pero entiendan. Toda nuestra vida pasamos escondiéndonos, guardar las apariencias. Nadie debía saber nuestro verdadero origen.
¿Y qué pasaba con nuestra felicidad? ¿Con lo que nosotros queríamos? O peor aún, ¿nuestra libertad? Era injusto.
Ver toda esa gente a mi alrededor siendo feliz, riendo y mientras tanto, yo estaba siendo guardada en mi casa como una muñeca de porcelana en una caja, a la que había que cuidar sin importar qué.
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Guerra de Sangre
FantasyAres Anderson, una joven híbrida de 19 años ha vivido como una humana común y corriente toda su vida. Su hermano, Blake Anderson se encargó de que no sintiera ni la más mínima curiosidad por saber qué contiene su otro lado sobrenatural. William Ivan...