c a t o r c e

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Renjun había tenido razón en una cosa. 

Muy pocos habían logrado llegar a la cama ese noche.

Por suerte, él junto a sus novios habían sido uno de esos pocos. 

En cuanto Jeno vio que Renjun y Jaemin empezaron a tropezar más de lo normal, y actuar tan perezosamente, los empezó a arrastrar hasta la cama. 

Y decimos arrastrar porque a pesar del sueño que se cargaban, ninguno de los dos quería ir a la cama. 

Jeno se había preguntado seriamente cómo es que dejó que su novio bebiera tanto cuando llevaba tanto tiempo en abstinencia, además de eso, tampoco había detenido a Jaemin cuando este tenía su resistencia igual a la de un adolescente que a penas está empezando a beber. 

Así es como cerca de las cinco de la mañana, Jeno literalmente cargó a los dos hasta la habitación, sintiéndose orgulloso de haberlo logrado cuando él mismo con suerte se podía mantener de pie por más de cinco minutos. 

Había tenido todas las intenciones de abandonar la habitación luego de dejar al par en la cama, luchando para poder cubrirlos con la manta, sin embargo, en cuando dio un paso lejos de la cama, Jaemin tomó una de sus manos, tirándolo al colchón mientras él se pegaba más a Renjun Todo esto más dormido que despierto, a decir verdad, y Jeno ya tampoco tenía fuerzas como para buscar alguna otra cama disponible, así que con sus ojos ya practicamente cerrados, se acurrucó contra Jaemin, y se durmió. 

Lo realmente difícil para todos, fue por la mañana. 

Oh, maldita mañana. 

La luz entraba intensamente por todos lados, los sonidos de los pajaros sonaban como si estuvieran dentro de misma maldita habitación, hasta el reventar de las olas se escuchaba increíblemente fuerte para Renjun. 

En cuanto abrió sus ojos, supo que iba por un mal camino. 

Todo se veía odiosamente blanco y brillante, lastimando sus pobres ojitos. 

Un minuto, sólo un minuto le bastó tener los ojos abiertos para que su estomago se revolviera por completo, haciéndolo correr al baño privado de la habitación. 

Honestamente, ni siquiera supo cuánto tiempo estuvo con su cabeza en el retrete, pero cuando finalmente pudo alejarse, sintió que todo iba a empeorar. Su cabeza empezó a doler al instante, molestándole aún más todos los jodidos sonidos que llegaban a sus oídos. 

Se dejó caer en el suelo del baño, agradecido que este estuviera frío. Cerró sus ojos de nuevo, estando a punto de caer dormido en ese agradable espacio cerrado, oscuro y frío. 

— ¿Ren? —  Escuchó, sin embargo, no se movió. 

Tal vez si no hablaba, quien fuera que lo interrumpía, se iría. 

—  Renjun-ah. — Llamaron otra vez. — Mierda, Renjun. —  Sacudieron su hombro, haciéndolo fruncir su ceño. 

— Déjame en paz. — Murmuró, intentando soltarse de Jeno. — Estoy muriendo, déjame morir. 

— Idiota, me asustaste. —  Jeno lo soltó después de suspirar aliviado, moviéndolo un poco  con su pie para poder usar el retrete. 

— ¿De verdad vas a orinar aquí cuando tu novio está en el suelo? —  Se quejó al oír cómo se bajaba los pantalones. 

— Estás muriendo, no importa. 

Renjun no volvió a decir nada, pero miraba a Jeno con molestia por meter tanto ruido. 

Jeno vio a su novio en el suelo, con su cabello totalmente desordenado, su ropa desacomodada y manchada de algo que  no quería saber en algunos sitios, sus ojos cerrados con fuerza mientras se cubría los oídos con sus manos. 

friends; norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora