Beso de Hielo, Bielorusia x Lietchtenstein

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Hace frío. Siempre lo hace. Cada vez que pienso en mi hermano, un pequeño e inofensivo Rusia, viviendo solo a la deriva, bajo este frío atroz, sin ningún abrigo, sin ninguna calidez y sólo comienzo a llorar e imagino los horribles escenarios que debió vivir.

Cuando lo encontramos con Ucrania, estaba enfermo, solo y asustado.

Me enamoré de él. Pero lo nuestro nunca podría ser. Siempre estuvo tras chicos. Primero jugó con China, luego con los tres bálticos, luego con Prusia... Jugó con Alemania y hasta tuvo un rose con Estados Unidos.

Y la conocí a ella.

Delicada y joven. Con la sonrisa más joven e inocente, con la mirada más dulce y simpática. No pude evitarlo. Me enamoré.

¿Cómo llegué a esto? ¿Cómo llegué a reducir mis pensamientos a su pequeña existencia?

—No te metas con ella, no armes peleas —susurra Ivan—. No ataques.

El bullicio de la conferencia parece reducirse. Está sentado a mi lado. Clava sus ojos violetas en mi, no sonríe.

—No planeaba hacerlo.

—Es pequeña, pero está bien cuidada... No trates de conseguirla.

La observó. Sonríe a su hermano, este la ignora. Levanta su mirada y me observa. Se sonroja y se voltea.

La Conferencia Mundial de la ONU acaba.

Ivan sonríe y se marcha tras Gilbert. Ucrania suspira.

—Nos vemos en casa —comenta.

Quedo sola en medio de inútiles.

—Si quieres te invito a un trago, solo porque soy un héroe —dice USA—. Como uno, no puedo permitir marchan sin más a una dama.

Lo ignoro. Es un bastardo. Intenta convencernos a todos de que traicionemos a mi hermano.

—¿Quieres una taza de té? —Es ella. Me sonríe tímidamente.

—Por supuesto.

Me extiende una pequeña taza y se sienta a mi lado.

—Por suerte la reunión no duró tanto y no fue tan mala...

—Si, podría haber sido peor.

El silencio es incómodo. Ella revuelve su té y lo lleva a sus labios. Es delicada en sus movimientos.

— Debo irme —le susurro—. Cuando quieras, estés aburrida o te sientas sola, llamame, y nos juntamos a tomar té.

Ella sonríe, me levanto y me marcho.

Una semana después mi teléfono suena. Es ella. Estoy emocionada. Esta triste, quiere una taza con té de canela y miel.

Estamos sentadas en el salón de mi casa. Sus ojos celestes están hinchados y rojos.

—Algunas veces las cosas no salen como deseamos —dice.

—La mayoría de las veces —le respondo.

Abandono mi sillón. Siento sus ojos celestes como el cielo clavarse en mi. Me acerco a la colección de discos y pongo uno. La música es suave.

—¿Shostakovich?—pregunta.

Yo asiento y me acerco a ella.

—Bailemos —le digo. Extiendo una mano y ella la acepta.

Es una pieza clásica. Un simple vals.

Ella me mira cuando terminamos. Estamos muy cerca. Yo la observo. Me abraza y llora. Y estoy estupefacta. Estrecho su cuerpo contra mi pecho.

—Gracias —dice. Me besa. Se desmaya.

No se que hacer. La noche cae, preparo la cena, mi hermano me llama.

—Dime que no está contigo —pide.

—No puedo decirlo. Está aquí, se desmayó.

El ríe. Suena desesperado.

—Avisaré a su hermano, le diré que están haciendo una pijamada.

Corta. Piip, piip.

—Di que no llamaste a Suiza...

El teléfono resbala de mis manos y cae al suelo. Volteo y ahí esta ella, con su cabello rubio despeinado y sus ojos azules muy abiertos.

—No hablé con él...

Suspira. Me sigue por un pasillo y me ayuda a terminar de preparar la cena

—Gracias por dejar que me quede.

—No hay problema...

Mira su plato.

—¿Comida rusa?

—Si, tiene mala pinta, pero su sabor es increíble.

—¿Qué hice antes de desmayarme?

—Me... Me besaste.

Se sonroja y se disculpa. Suelto una risa y me levanto. La beso, ella pasa sus manos por mi cuello.

—¿Bailamos? —dice. Asiento, suspira y me dejo guiar sus movimientos. Me dejo seducir por ellos. Dormimos juntas. Ella me abraza.

Suiza la recoge al día siguiente.

—Ven cuando quieras —le digo.

Sonríe. Y la veo marchar junto a su hermano.

Cortos de amor, derrotas y otros placeres. [Hetalia Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora