Colores del camino, BulRum.

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El cielo sigue blanco, como hace ya algunos días. Es la primer imagen que observo en cuanto despierto. La ventana está abierta a pesar de ser invierno y el viento entra, haciendo más y más frío el ambiente.

Otro día más, de un invierno como cualquier otro.

Mi heladera está vacía, al igual que la alacena. A una cuadra hay una cafetería, no hay mejor lugar donde desayunar.
Siento los finos y delicados copos blanquecinos chocar suavemente contra mi piel en cuanto salgo del edificio. Copos blandos y fríos. Una imagen viene a mi cabeza: unas manos pálidas y un trazo suave. Caricias en la noche.
Una sonrisa se escapa por mis labios. Los recuerdos duelen a pesar del paso del tiempo.
Él solía llevarme a ese lugar. Solía decir que no había comida más deliciosa en el mundo.
Basta, pensar en él es masoquismo.
¿Cómo puedo pensar en la persona que me abandonó, quién me juró su amor eterno, que prometió cuidar mi vida a cambio de la suya? Sólo fueron palabras vacías, inexistentes y carentes de emoción. Falsas.

El local está casi vacío, la mujer que alcanza los pedidos a las mesas sonríe al verme. No puedo evitar devolverle el gesto.
Me encamina hacia una de las dos mesas que uso todos los días. Justo la que está pegada a la ventana.
La sigo y encargo lo mismo de todos los días.
Suspiro con cansancio cuando ella se marcha.
Una risa resuena a tres mesas de la mía. Una joven muchacha de cabellos rubios y ojos azules. Sonríe con coquetería y habla con un acento extranjero.

Cuando su acompañante habla, mi corazón se rompe otra vez. Es él.
Siento como un balde de agua fría cae sobre mí.
La vida es así, cada uno crea sus propios caminos, el amor es una tela de araña, que se tiñe de los colores elegidos a través de decisiones.
Siento finas gotas resbalar por mis ojos rojizos, recorriendo mis mejillas. La vida es así, cada uno elige, y yo, imprudentemente, elegí un mal camino; uno de extraños colores, donde él era luz.
Creo que no conocemos a las personas por accidente, que todas están destinadas a encontrarse en algún momento de la vida y se guían por los pasos escritos por el destino.
Regreso la mirada a su mesa. La chica llora, consolada por la camarera. ¿Dónde está él?
Me levanto de la mesa. Me dirijo al baño de caballeros.
—Ru, ¿no te cansas de buscarme? —otra vez ese sonido, que antes era música, mañana será un recuerdo y hoy es un vidrio destrozado.

—¿No te cansas de decir idioteces?
Siento ganas de golpearlo, pero eso solo sería un punto a su favor.

Salgo del lugar, pago la cuenta, lo más rápido que puedo.
¿Qué es el dolor? ¿De dónde proviene? El dolor es el conjunto de restos que deja el amor, y donde hay amor el odio florece.
El odio produce soledad... la soledad no es un regalo de la ausencia sino de un recuerdo.
El tiempo no borra los recuerdos. Pues, a pesar de todo, por las noches recuerdo los momentos dulces que viví a su lado.
¿Cuántas personas sintieron eso mismo? Cientos, quizás miles.

Observo el pasado, cientos de miles de momentos.

—Te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en tí.

No puedo decir que me arrepiento de haberlo amado, nunca. Pero puedo despedirme y dejar ir a ese recuerdo.
Lágrimas, odio, amor... todo es lo mismo, producto de las acciones que hacemos, producto de las acciones de la vida, producto de los colores con los que pintamos nuestros destinos.

La vida es fruto de los colores que elegimos. Y el camino se tiñe de miles y cientos de matices, pues cada día elegimos algo distinto.

Hoy el dolor marca un color, ayer la felicidad usó otro, y mañana... Manaña es incierto.

Cortos de amor, derrotas y otros placeres. [Hetalia Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora