Apuesta con sabor a chocolate, ArChi.

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Es simple. Las apuestas se pagan caro. Muy caro. Obligan a una parte resentida a cumplir con algo que, notablemente, detesta. Porque... ¡Vamos! Cumplir con una apuesta significa haber perdido, y admitamos algo: a nadie le gusta perder.

Lo peor es que no hay ningún escape. Es lo único que sé con certeza. Mi honor, por haber dado mi palabra, por haberme comprometido, vale más que un estúpido mal momento. Pero... Mi orgullo vale más que todo. Que todo menos él.

Así que, como habíamos acordado, el perdedor (porque, a pesar de que la palabra no va conmigo, es la palabra adecuada) debía esperar con un vestido o falda junto a la vieja fuente histórica del centro.

¡Y a la mierda mi orgullo! El pelotudo ese cree que por haber ganado la final (¡y por penales!) puede degradarme. ¡Ja! ¡El gran Martín Hernández jamás perderá realmente!

A decir verdad la puta minifalda me queda de maravilla. Y combina con mis ojos y mi cabello. Puto Manuel. Que se joda por boludo. Que se enamore más de mi. Que me ame tanto o más de lo que yo a él.

Es un buen plan, porque cumplo todos mis propósitos.

—La verdad no puedo creer que esti' así po' —dice. Me mira serio. Y estalla en carcajadas.

Maldito jodido.

Lo miro y sonrio. Doblo una pierna sobre la otra, como hacen las chicas lindas y le guiño un ojo.

—RAAAW —le susurro.

—Dime que trai' una wea abajo.

—Vení y fíjate —le respondo. Él se sonroja y camina hacia mí. Se inclina un poco y extiende su mano lentamente, y lo beso. Idiota. ¿Realmente cree que lo dejaré tocarme como a una mina? O peor... ¡Como a una zorra!

Sabe a chocolate. Dulce y suave.

Él se burla de mí durante todo el camino. Maldito infeliz. Ríe como un niño.

Me toquetea el trasero varias veces, me silba y me susurra cosas obscenas al oído. Puto cabrón.

Ríe como un boludo cada vez que me miran raro.

La apuesta era fácil. El que perdía la copa, porque... ¡Joder! Era la puta final y valía la pena el riesgo de la apuesta, debía hacer lo que el otro quisiera.

Yo le pedí un beso. Y él esto: que lo espere en minifalda y lo lleve al cine.

Y ganó el muy cabrón.

Eligió el cine y la película. Hay poca fila. Mejor dicho... La cola es nula.

La sala está vacía. Y la película comienza.

Romance. Muy mala. Ese tipo de películas aburrida donde hasta la colegial más estúpida se duerme.  

Cursi como él niega que le gusta. Mariconazo.

Él me mira. Y me besa. Y lo hace una y otra vez. Y no entiendo nada, y la cabeza me da vueltas, porque sabe a chocolate, y es dulce y suave, y Manuel.

—Si terminamos así siempre, no me jode perder un poco más.

Cortos de amor, derrotas y otros placeres. [Hetalia Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora