El peso del cielo

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Los esqueletos los alcanzaron antes de que pudiesen abandonar la represa, y Nico se vio obligado a salir corriendo en una dirección contraria a las chicas para alejarlos de los turistas.

Como un hijo de Hades, era el único que podía matar a los esqueletos. Bueno, Bianca podría pero él no estaba seguro de si ella siquiera sabía quién era su padre. Al menos él no se había molestado en contarle.

En todo caso, pronto se encontró más y más adentro de la estructura, hasta que eventualmente los perdió de vista y apresuró el paso para buscar una salida— si sus poderes se descontrolaban, podría crear una zanja en el suelo y eso sería catastrófico.

Sin embargo, terminó chocándose contra alguien y casi los manda al suelo a ambos.

-Oye ten más cuidado!

-Lo siento...

Nico alzó la vista y se encontró cara a cara con una muchacha alrededor de la edad de Percy y Annabeth, de cabello rojo rizado y ojos verdes. Casi como los de Percy, pero no tan bonitos.

-¿Vas con una espada a todos lados?

Nico miró hacia su cintura, donde estaba colgando su espada de hierro estigio. Ningún mortal debería ser capaz de verla.

-¿Cual espada?-decidió hacerse el loco.

-Pues la que llevas en— ¡rápido, escóndete!

Nico parpadeó confuso, pero ella lo empujó hacia los baños detrás de ella justo cuando los esqueletos lo alcanzaban.

-¡Acabo de ver un maniático con una espada! ¡Se fue por allá!

O era muy buena actriz, o estaba temblando de verdad. Cual sea el caso, los esqueletos continuaron corriendo por el pasillo y Nico se atrevió a salir.

-¿Por qué me ayudaste?

-Pues... no me creerías si te digo.

No tenía tiempo para explicaciones, así que decidió dejarlo así.

-Debo irme, hasta pronto...

-Rachel. Rachel Elizabeth Dare.

Él asintió con la cabeza.

-Soy Nico, quizá nos veamos otra vez- se presentó antes de darse la vuelta y salir corriendo para regresar con las chicas.

-¡Oye no me dijiste tu apellido!

Ya estaba demasiado lejos como para escuchar.



-Si vamos a San Francisco para rescatar a Artemisa y a Percy... entonces debemos llegar lo más pronto posible, y casi no nos queda tiempo-Thalia dijo sombríamente cuando dejaron la represa.

Zoë había estado callada desde que dijese que debían ir al jardín de las hespérides, cuando confesó su identidad real. Nico no podía culparla por sentirse en conflicto.

-Yo puedo llevarnos-ofreció, levantando la mano y llamando la atención de las cuatro- me va a dejar exhausto pero puedo hacerlo.

Annabeth frunció el ceño.

-Es muy dulce de tu parte el ofrecerlo, pero... ¿de verdad no tenemos otra opción?

-No tenemos ningún otro medio de transporte-le recordó Thalia.

Nico extendió sus manos hacia Annabeth y Thalia.

-Vamos, puedo ir hasta China si quisiera.

Bianca parecía confundida, al parecer todavía no había captado nada.

Los cinco se tomaron las manos en un círculo, y Nico cerró los ojos, tomando aire y concentrándose en las sombras a sus pies. Y luego fueron tragados por ellas, sumergiéndose en un mar de frío y voces susurrando en sus oídos, almas perdidas siendo atraídas como un imán hacia el hijo de Hades.

Cuando 'aterrizaron', sintió como si le hubiesen sacado el aire de golpe, y con un jadeo se dejó caer al suelo, exhausto.

Si llegaban a tener alguna pelea, no podría defenderse.

Thalia lo ayudó a ponerse de pie y entre ella y Annabeth lo agarraron para seguir a Zoë. El viaje por las sombras los había dejado en las faldas de la montaña, y entre la niebla encontraron la entrada al jardín del crepúsculo.

Era lo más precioso que Nico había visto en su vida... quizá también incluyendo al enorme dragón guardando el árbol.



Nico había estado medio consciente mientras era arrastrado colina arriba, donde encontraron una escena aterradora. Percy, encadenado e inconsciente, con un mechón de cabello gris resaltando contra su mejilla. Artemisa, sosteniendo el peso del cielo, y Atlas mirando triunfante hacia ellos.

Annabeth tuvo que dejarlo caer tanto para poder pelear como para evitar que se hiciese daño. Y aunque no deseaba más que asegurarse que Percy estuviese bien, había caído junto a Artemisa, y tomó la oportunidad de oro presentada.

-Ninguno de nosotros puede derrotarlo- Nico desenvainó su espada -pero usted si. Déjeme el cielo.

-¡Morirías!-la diosa se rehusó.

-¡Percy pudo hacerlo!

-Él es un hijo del mar, tú no tienes sus fuerzas.

Nico destrozó las cadenas sujetándola.

-Bueno, voy a morir de todos modos.

Se deslizó junto a ella y alzó sus manos a tocar las nubes grises. Por un momento, sujetaron juntos el peso, antes de que Artemisa rodase fuera del camino y hacia la batalla.

Era lo más pesado que jamás podría existir en el mundo, y Nico sentía cómo iba cediendo poco a poco. Estaba exhausto, con pocas energías, y no iba a aguantar lo suficiente.

Justo cuando estaba a punto de colapsar, sintió el peso levantarse un poco, una parte de la carga compartida en alguien más, y volteando la cabeza notó que Percy ya no se hallaba tendido en el suelo.

-Estoy contigo, fantasmita...-logró decir en voz baja.

Nico observó horrorizado cómo otro mechón de su cabello se tornaba gris.

-¡No! ¡Percy!

-¡Nico!

Ante el llamado de Thalia, no tuvo otra opción más que mirar hacia las chicas. Artemisa había empujado a Atlas hacia el cielo, y con un último golpe lo mandó rodando junto a ambos. Nico se dejó caer y arrastró a Percy fuera justo a tiempo.

-¡NO!

Atlas rugió furioso al encontrarse una vez más con su vieja carga, y Nico pudo finalmente tomar aire, echado en el suelo.

-Viniste por mi...

Volteando hacia Percy, le obsequió una pequeña sonrisa.

-Siempre vendré por ti-prometió.

Percy sonrió de vuelta, sujetando su mano.


FUCK WHY DO I KEEP SWITCHING TO ENGLISH WITHOUT REALISING

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Percy Jackson y el regalo de PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora