El Campamento Mestizo

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El viaje hacia Long Island en bus pasó con Annabeth y Grover contándoles todo lo posible acerca del campamento. Lo más probable era que Percy no se quedara, y por extensión Nico tampoco, pero nunca estaba de más tener un lugar extra donde podrían estar seguros.

Cuando estuvieron al otro lado de la barrera que el pino de Thalia marcaba, pudieron admirar el campamento. Había que admitir que era bastante cool. Mientras pasaban campistas saludaban a la rubia y el sátiro, mirando con curiosidad a los dos nuevos, quizá porque eran los más pequeños... lo cual a Percy no le hacía ni un poco de gracia.

Sus amigos los llevaron a La Casa Grande, para hablar con Quirón.

Encontraron al centauro jugando cartas con un hombre que lucía malhumorado. A juzgar por el aroma a uvas, Percy adivinó que se trataba del último de los olímpicos.

-Annabeth, Grover-saludó Quirón, moviéndose en una silla de ruedas- ah, estos deben ser Percy y Nico. Bienvenidos al Campamento Mestizo.

-Hola-saludó Percy, y le dirigió una mirada al otro adulto, que bebía de una lata de cola- Dionysius.

El dios parpadeó, claramente no esperando ser reconocido tan fácilmente.

-Un mocoso perceptivo-murmuró.

Quirón sonrió.

-Bien, ¿que tal si nos cuentan los detalles de su misión?







Cuando terminaron de narrar todo, Quirón pidió a Annabeth que los llevara a las cabañas. Evitaron específicamente mencionar quién era el padre de Nico por el momento. Percy no tenía confianza en nadie en el campamento todavía, y tenía una muy mala sensación. Uno de los campistas tuvo que haber robado el rayo, y si el traidor se enteraba de quién era Nico... bueno.

Debido a eso, Nico tendría que quedarse en la cabaña de Hermes. Él no se veía feliz con eso, porque no se había separado de Percy desde Washington, pero no había otra opción. Incluso su espada había sido guardada con cuidado en la mochila.

Cuando se acercaron a las cabañas, un joven rubio se les acercó sonriente. A Percy no le costó reconocerlo como Luke.

-¡Acabo de escuchar de su regreso! ¡Que bien es verlos en una pieza!

Percy lo saludó con un gesto, silencioso.

-Luke-respondió Annabeth- gracias, justo iba a buscarte. Nico tendrá que quedarse con tus hermanos.

-Oh, no hay problema.

Le hizo un gesto al italiano para que lo siguiera, y tras darle una mirada a Percy, el menor lo siguió.

Annabeth lo llevó después a la cabaña de Poseidón. Esta era la más cercana al lago, una pequeña estructura que era más que suficiente. Dentro había literas, pero él no tenía hermanos así que todo era para él.

-Te veo más tarde en la cena-se despidió la rubia.

Él asintió y se dedicó a explorar un poco, aunque no había mucho más aparte de un baño, y admiró un poco la vista desde la ventana. No mucho después, Nico abrió la puerta.

-La cabaña once está llena. ¡Todos están casi apilados!

Percy soltó una risita y lo invito a sentarse en la cama.

-Solo será mientras estemos aquí. Nos iremos pronto, ya verás.

-Ok... ¿me vas a enseñar a usar la espada?

-Pues yo no soy un experto, pero ya veremos.

Más tarde cenaron con los demás campistas. Había que admitir que la comida no estaba mal.

Percy Jackson y el regalo de PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora