Tokyo Revengers one shots

Shinichiro Sano

Abriste la puerta lentamente,  respiraste lenta y pausadamente, mientras debatías contigo misma si era una buena idea entrar.

No querías ir, pero una parte de ti te decía que entrar seria lo mejor, para poder superar aunque sea un poco esta situación.

Soltaste un gran suspiro y pusiste un pie dentro de la habitación. 

Apretaste el interruptor y la luz se prendió.

Todo estaba igual a como lo habías visto la ultima vez. Que fue solo un día antes de...

Miraste a la izquierda y sonreíste, ahí estaban la mayoría de fotos que se habían tomado juntos.

Cuando abrió su tienda.

Cuando te graduaste.

En algunas juntadas con amigos.

En citas. 

Todos esos buenos momentos estaban pegados en esa pared. 

Dejaste de mirar las fotografías y reíste levemente al ver el desorden en la habitación.

Había ropa tirada por el piso, sobre la cama y la silla.

Revistas de motocicletas por doquier. 

- Deberías ordenar un poco ¿No lo crees? - preguntaste riendo mientras veías como tu novio revolvía su escritorio en busca de algo.

- Nah, yo entiendo mi desorden - se volteo a verte con una sonrisa - Así encuentro las cosas mas rápido. 

Sonreíste ante el recuerdo.

Seguiste caminando lentamente por la habitación y te encontraste con el tacho de basura lleno de papeles arrugados.

- ¿Qué tanto escribes? - preguntaste acostada desde su cama.

No obtuviste una respuesta concreta, solo un murmullo que apenas alcanzaste a escuchar.

Lo miraste fijamente unos momentos con los ojos entrecerrados, para después levantarte y acercarte lentamente por detrás suyo, con la intención de ver lo que escribía.

Ni siquiera pudiste ver la primera palabra de la hoja cuando sentiste como te agarraba por la cintura y te alzaba.

- ¿Qué tanto ves, pequeña chismosa?- te pregunto regañándote en broma.

- Es que no me prestas atención - murmuraste - Vine aquí para pasar el rato con mi novio, no para verlo escribir y arrugar papeles - te aferraste a su torso y escondiste la cara en su pecho.

Él rio suavemente.

- Esta bien - respondió alegre - Lo que mi linda novia pida.

Te separo de forma suave de él, te agarro de la mano y se acostaron en su cama.

Él estaba acostado con uno de sus brazos bajo su cabeza y el otro rodeando tu cintura mientras hacía mimos en ella; tu, por otro lado estabas acostada sobre su pecho y uno de tus brazos sobre su torso.

- Bien - agacho un poco la mirada y te sonrió - ¿Qué quieres hacer? 

- Solo estar así para siempre - le susurraste mientras lo abrazabas un poco mas fuerte. 

- Como quiera mi muñequita - te acerco un poco mas él abrazándote mas fuerte - Solo tu y yo siempre para siempre - susurro.

- Parece que no pudo ser para siempre - dijiste muy bajito con la voz un poco rota.