Nari y Minho no se soportan. O eso es lo que hacen creer al mundo, porque en realidad tienen muchas cosas en común, como las ganas que tienen de callar al otro con un beso.
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Cuando Nari y Minho se conocen, todo lo que podría salir mal, sale mal...
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Minho antes de llamar al timbre de su casa, para así avisar a sus padres de que ya estaban ahí, miró de reojo a Nari para ver si estaba preparada o si necesitaba un par de minutos más. Le daba igual esperar lo que fuera, solo quería que estuviera convencida y segura.
Valoraba muchísimo que estuviera ahí pese a sus nervios. No la había visto nunca antes de ese modo, aunque intentaba disimularlo, pero para él, que se daba cuenta de lo que ocultaba al mundo, más allá de la simple fachada que mostraba, era demasiado evidente.
—¿Lista? —le preguntó, entrelazando su mano con la de ella para hacerle ver que estaba ahí, que podía contar con su apoyo.
Necesitaba escucharlo de su boca, porque no había mentido con lo que le había dicho, si no se sentía preparada, si tenía dudas de último momento, podían marcharse. No quería forzarla a hacer nada que no quisiera, no solo porque se sentiría culpable, también porque la conocía. Sí, habían avanzado mucho, su relación estaba mucho más afianzada, pero siempre tenía el temor de que huyese, que pusiera una barrera de nuevo entre ambos y lo alejase. No sería la primera vez.
Y si eso ocurría, no sabía cómo se lo tomaría. Ya no sentía que su relación se basase en puros impulsos, habían recorrido un camino largo, uno que no había sido fácil, pero que los había llevado hasta donde estaban. Le había confesado que la quería y ella, a su manera, había hecho lo mismo, si volvía a poner distancia entre ambos...
No quería planteárselo.
Nari asintió e intentó parecer firme en su decisión, por lo que le besó la mejilla para demostrarle, por enésima vez, que estaba ahí, que no se iba a ningún lado. Quizá estaba demasiado encima, repitiéndolo de forma exagerada, pero quería que le quedase claro que eran un equipo.
Su madre no tardó en abrir, casi como si estuviera esperándolos con impaciencia cerca de la puerta, y Minho sonrió al verla. No hacía tanto que había estado con su familia por su lesión, pero los echaba de menos al no poder pasar todo el tiempo que quería con ellos. Siempre había sido bastante independiente, sobre todo por su profesión de bailarín antes de ser idol, llevándolo de tour a otros países o a ensayar demasiadas horas; sin embargo, le gustaba regresar a su casa.
