Capítulo #23 Pueblo

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Mi corazón tiene una
manera de rechazar
lo que es bueno para el.
Lo siento,
se que es agotador
y todo el mundo se ha ido...




POV MARIA JOSÉ

—Daniela Calle. Regresa aquí— dije con firmeza en mi voz pero pareció no importale, continuaba caminando —No puedo creer lo que voy hacer— suspiré ante la loca idea que se me ocurrió —Daniela Calle regresa aquí y bésame— grite logrando que Daniela se detuviera —Ven y bésame Calle— dije aquellas palabras casi en forma de súplica.

Daniela giro su cuerpo y camino hasta mí —¿Qué has dicho?— preguntó ella sin creer las palabras que acabó de gritar.

—Qué vinieras y me besaras— repetí tomando de sus manos.

—Es increíble lo qué tratas de hacer— Daniela soltó el agarre de mis manos —No puedo creer qué hayas dicho eso sólo para hacerme volver— ¿Ahora parece molestarle? Cuando minutos atrás era lo que trataba hacer ella.

—Pero ha funcionado— le respondí —Haz regresado aquí sólo porqué te pedí que me besaras— Dios! Qué estoy haciendo.

—Sólo regrese para ver sí tenías el valor de decirmelo a la cara— la expresión en su rostro seguía siendo de molestia. ¿Por qué carajo se ve molesta? Le he pedido que me bese y no lo ha hecho!

Permaneció en silencio, obteniendo una risa irónica de parte de Daniela.

—Lo vez!— dijo —No eres capaz de sostenerlo aunque por dentro debes de estarlo gritando— dijo con un tono de voz fuerte.

—Puede que tengas razón, tal vez por dentro esté gritando una infinidad de cosas, pero...— ¿Por qué estamos discutiendo esto? Me detuve a pensar por un segundo.

—Pero?— preguntó —Pero qué María José— grito.

De acuerdo, esto no está saliendo nada bien. Debo de calmarla, pero cómo?

Lo qué está apunto de ocurrir en seguida ni yo misma sé explicarlo porque coño lo hice.

Sujete el cuerpo de Daniela con mis brazos atrayendo de su cuerpo al mío, quedando a escasa distancia de su boca, nuestras miradas se conectaron. Daniela parecía estar paralizada ante mí acción. Lleve una mano detrás de su nuca para terminar así con la distancia que separaba de nuestros labios, cuando sentí de pronto cómo una luz se aproximaba a nosotras, haciendo que mis brazos soltaran el cuerpo de Daniela.

—Señora Garzón— escuche decir a Antonio adentro de aquel automóvil que se detuvo a lado nuestro —¿Qué hacen aquí?— dijo bajando.

—Nosotras— dije volteando a ver a Daniela —Nosotras... Ha demorado bastante— dije a mi chófer.

—Lo siento señora. Pero la tormenta...— trato de explicarse el pobre.

—No importa— le interrumpí —Podemos irnos ya?—

—Conseguí ayuda de este hombre— dijo señalando al auto —Es mecánico, pero podrá ayudarnos con el auto hasta por la mañana.

—¿Qué? Porqué por la mañana y no ahora?—

—A esta hora no se puede hacer nada Señora—

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